miércoles, 25 de noviembre de 2009

EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA ADICIONES PRIMERA SEMANA

ADICIONES


[73] ADDICIONES PARA MEJOR HACER LOS EXERCICIOS Y PARA MEJOR HALLAR LO QUE DESEA. 1ª addición. La primera addición es, después de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un Ave María pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el exercicio que tengo de hacer.

[74] 2ª addición. La 2ª: quando me despertare, no dando lugar a unos pensamientos ni a otros, advertir luego a lo que voy a contemplar en el primer exercicio de la media noche, trayéndome en confusión de mis tantos pecados, poniendo exemplos, así como si un caballero se hallase delante de su rey y de toda su corte, avergonzado y confundido en haberle mucho ofendido, de quien primero rescibió muchos dones y muchas mercedes; asimismo, en el 2º exercicio, haciéndome peccador grande y encadenado, es a saber, que voy atado como en cadenas a parescer delante del sumo Juez eterno, trayendo en exemplo cómo los encarcerados y encadenados ya dignos de muerte parescen delante su juez temporal. y con estos pensamientos vestirme, o con otros, según subiecta materia.

[75] 3ª addición. La 3ª: un paso o dos antes del lugar donde tengo de contemplar o meditar, me pondré en pie, por espacio de un Pater noster, alzado el entendimiento arriba, considerando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humiliación.

[76] 4ª addición. La 4ª: entrar en la contemplación, quándo de rodillas, quándo prostrado en tierra, quándo supino rostro arriba, quándo asentado, quándo en pie, andando siempre a buscar lo que quiero. En dos cosas advertiremos: la primera es, que si hallo lo que quiero de rodillas, no pasaré adelante, y si prostrado, asimismo, etc.; la segunda, en el punto en el qual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener ansia de pasar adelante, hasta que me satisfaga.

[77] 5ª addición. La 5ª: después de acabado el exercicio, por espacio de un quarto de hora, quier asentado, quier paseándome, miraré cómo me a ido en la contemplación o meditación; y si mal, miraré la causa donde procede y, así mirada, arrepentirme, para me enmendar adelante; y si bien, dando gracias a Dios nuestro Señor; y haré otra vez de la misma manera.

[78] 6ª addición. La 6ª: no querer pensar en cosas de placer ni alegría, como de gloria, resurrección, etc.; porque para sentir pena, dolor y lágrimas por nuestros peccados impide cualquier consideración de gozo y alegría; mas tener delante de mí quererme doler y sentir pena, trayendo más en memoria la muerte, el juicio.

[79] 7ª addición. La 7ª: privarme de toda claridad para el mismo effecto, cerrando ventanas y puertas el tiempo que estuviere en la cámera, si no fuere para rezar, leer y comer.

[80] 8ª addición. La 8ª: no reír, ni decir cosa motiva a risa.

[81] 9ª addición. La nona: refrenar la vista, excepto al rescibir o al despedir de la persona con quien hablare.

[82] 10ª addición. La décima addición es penitencia, la cual se divide en interna y externa. Interna es, dolerse de sus pecados, con firme propósito de no cometer aquellos ni otros algunos; la externa, o fructo de la primera, es castigo de los pecados cometidos, y principalmente se toma en tres maneras:

[83] 1ª manera. La 1ª es cerca del comer, es a saber, quando quitamos lo superfluo, no es penitencia, mas temperancia; penitencia es, quando quitamos de lo conveniente, y quanto más y más, mayor y mejor, sólo que no se corrompa el subiecto, ni se siga enfermedad notable.

[84] 2ª manera. La 2ª: cerca del modo del dormir; y asimismo no es penitencia quitar lo superfluo de cosas delicadas o moles, mas es penitencia, quando en el modo se quita de lo conveniente, y quanto más y más, mejor, sólo que no se corrompa el subiecto, ni se siga enfermedad notable, ni tampoco se quite del sueño conveniente, si forsan no tiene hábito vicioso de dormir demasiado, para venir al medio. 




[85] 3ª manera. La 3ª: castigar la carne, es a saber: dándole dolor sensible, el qual se da trayendo cilicios o sogas o barras de hierro sobre las carnes, flagelándose, o llagándose, y otras maneras de asperezas.

[86] Lo que paresce más cómodo y más seguro de la penitencia es, que el dolor sea sensible en las carnes, y que no entre dentro en los huesos de manera que dé dolor y no enfermedad; por lo qual paresce que es más conveniente lastimarse con cuerdas delgadas, que dan dolor de fuera, que no de otra manera que cause dentro enfermedad que sea notable.

[87] 1ª nota. La primera nota es que las penitencias externas principalmente se hacen por tres effectos: el primero, por satisfación de los peccados passados; 2º por vencer a sí mesmo, es a saber, para que la sensualidad obedezca a la razón y todas partes inferiores estén más subiectas a las superiores; 3º para buscar y hallar alguna gracia o don que la persona quiere y desea, ansí como si desea haber interna contrición de sus pecados, o llorar mucho sobre ellos, o sobre las penas y dolores que Christo nuestro Señor passaba en su passión, o por solución de alguna dubitación en que la persona se halla.

[88] 2ª nota. La 2ª: es de advertir que la 1ª y 2ª addición se han de hacer para los exercicios de la media noche y en amanesciendo, y no para los que se harán en otros tiempos; y la 4ª addición nunca se hará en la iglesia delante de otros, sino en escondido, como en casa, etcétera.

[89] 3ª nota. La 3ª: quando la persona que se exercita aún no halla lo que desea, ansí como lágrimas, consolationes, etc., muchas veces aprovecha hacer mudanza en el comer, en el dormir, y en otros modos de hacer penitencia; de manera que nos mudemos, haciendo dos o tres días penitencia, y otros dos o tres no; porque a algunos conviene hacer más penitencia, y a otros menos; y también porque muchas veces dexamos de hacer penitencia por el amor sensual y por juicio erróneo, que el subiecto humano no podrá tolerar sin notable enfermedad; y algunas veces, por el contrario, hacemos demasiado, pensando que al cuerpo pueda tolerar; y como Dios nuestro Señor en infinito conosce mejor nuestra natura, muchas veces en las tales mudanzas da a sentir a cada uno lo que le conviene.

[90] 4ª nota. La 4ª: el examen particular se haga para quitar defectos y negligencias sobre exercicios y addiciones; y ansí en la 2ª, 3ª, y 4ª semana. 





Juan de Valdés Leal. San Ignacio haciendo penitencia en la cueva de Manresa, 1660. (det). Museo de Bellas Artes. Sevilla




oración de entrega
(San Ignacio de Loyola)




Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y  Gracia,
que éstas me bastan.

Amén.



martes, 24 de noviembre de 2009

BEATO TOMÁS DE KEMPIS O.S.A. Y LA IMITACIÓN DE CRISTO

BEATO TOMAS DE KEMPIS O.S.A.
Tomás Hemerken nació en Kempis, cerca de Colonia, en Alemania, en el año 1379. Era un hombre sumamente humilde, que pasó su larga vida (92 años) entre el estudio, la oración y las obras de caridad, dedicando gran parte de su tiempo a la dirección espiritual de personas que necesitaban de sus consejos. Fue un hombre bueno y piadoso que acostumbraba meditar en la pasión de Cristo con gran afecto y tenía especial carisma para animar a los débiles y angustiados. 
En ese tiempo muchísimas personas deseaban que la Iglesia Católica se reformara y se volviera más fervorosa y más santa, pero pocos se dedicaron a reformase ellos mismos y a volverse mejores. Tomás de Kempis se dio cuenta de que el primer paso que hay que dar para obtener que la Iglesia se vuelva más santa, es esforzarse uno mismo por volverse mejor. Y que si cada uno se reforma a sí mismo, toda la Iglesia se va reformando poco a poco.
Kempis se reunió con un grupo de amigos en una asociación piadosa llamada “Hermanos de la Vida Común”, y allí se dedicaron a practicar un modo de vivir que llamaban “Devoción moderna” y que consistía en emplear largos ratos de oración, la meditación, la lectura de libros piadosos y en recibir y dar dirección espiritual, y dedicarse cada uno después con la mayor exactitud que le fuera posible a cumplir cada día los deberes de su propia profesión.
Los que pertenecían a esta asociación hacían progresos muy notorios y rápidos en santidad y la gente los admiraba y los quería. Tomás tiene muchos deseos de ser sacerdote, pero en sus primeros 30 años no lo logra porque sus tentaciones son muy fuertes y frecuentes y teme que después no logre ser fiel a su voto de castidad. Pero al fin entra a una asociación de canónigos (en Windesheim) y allí en la paz de la vida retirada del mundo logra la paz de su espíritu y es ordenado de sacerdote en el año 1414.
Desde entonces se dedica por completo a dar dirección espiritual, a leer libros piadosos y a consolar almas atribuladas y desconsoladas. Es muy incomprendido muchas veces y sufre la desilusión de constatar que muchas amistades fallan en la vida (menos la amistad de Cristo) y va ascendiendo poco a poco, aunque con mucha dificultad, a una gran santidad. Dos veces fue superior de la comunidad de canónigos en su ciudad.
Bastante tiempo estuvo encargado de la formación de los novicios. Después lo nombraron ecónomo pero al poco tiempo lo destituyeron porque su inclinación a la vida espiritual muy elevada no lo hacía nada apto para dedicarse a comerciar y a administrar dineros y posesiones. Su alma va pasando por períodos de mucha paz y de angustias y tristezas espirituales, y todo esto lo irá narrando después en su libro portentoso.
En sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo un libro que lo iba a hacer célebre en todo el mundo: La Imitación de Cristo. 
No lo escribió todo de una vez, sino poco a poco, durante muchos años, a medida que su espíritu se iba volviendo más sabio y su santidad y su experiencia iban aumentando. Lo distribuyó en cuatro pequeños libritos. Entre la redacción de un libro la siguiente pasaron bastantes años.
La escuela de espiritualidad llamada “Devoción Moderna” se caracterizaba por su interioridad, su adhesión a la persona de Cristo, su piedad afectiva, la metodización de la oración y los demás ejercicios espirituales, cuyo fruto más difundido es el libro de la Imitación de Cristo.
Sus restos están en la Iglesia de San Miguel en Zwolle (Holanda), en un magnífico monumento de 1897 en el que se lee: "Honori, non memoriae Thomae Kempensis, cujus nomen perennius quam monumentum" (Al honor, no a la memoria de Tomás Kempis, cuyo nombre es mas permanente que ningún monumento).


Imitación de Cristo

PARTE PRIMERA
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL

Capítulo: I
IMITAR A CRISTO
1. “El que me sigue no camina a oscuras”, dice el Señor (Jn 8,12).
Con estas palabras Cristo nos encomienda
que imitemos su vida y sus costumbres
si queremos estar iluminados y libres de toda ceguera interior.
Por eso, nuestro mayor afán
debe consistir en reflexionar sobre la vida de Jesús.
La enseñanza de Jesús está por encima de la de cualquier santo
y el que penetra en ella con buena voluntad encontrará un alimento escondido.
A muchos les sucede
que aunque escuchan con frecuencia el evangelio no descubren su significado
porque les falta el espíritu de Cristo.
Es conveniente que procure adecuar toda su vida con Cristo
quien quiere experimentar plenamente el sabor de sus palabras.
2. ¿De qué te sirve discutir cosas sublimes
a propósito de la Trinidad de Dios
si no eres humilde y desagradas a la misma Trinidad?
Verdaderamente,
las palabras hermosas no hacen santos ni justos
en cambio la vida correcta hace al hombre amable a Dios.
Prefiero sentir el arrepentimiento que me lleve a la conversión
en vez de poderlo definir.
Si conocieras las Escrituras de memoria
y te supieras todas las frases célebres de los filósofos
¿de qué te aprovecharía todo eso si no amas y agradas a Dios?
Vanidad de vanidades, todo es vanidad (Ecl 1,2)
sino amar y servir sólo a Dios.
En esto consiste la mayor sabiduría
dirigir la vida hacia los valores trascendentes
despreciando los que el mundo considera importantes.
3. Por eso, es vanidad buscar riquezas que se acaban y confiarse en ellas.
Vanidad es ambicionar el prestigio
y colocarse por encima de los demás.
Vanidad es dejarse dominar por los deseos naturales
y desear lo que después pueda ser
causa de grave castigo.
Vanidad es querer vivir muchos años
y preocuparse poco de vivir honestamente.
Vanidad es mirar únicamente esta presente vida
y no prever la que vendrá después.
Vanidad es amar lo que tan pronto acaba
y no buscar con interés la felicidad perpetua.
4. Recuerda frecuentemente este proverbio:
“No se cansan los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír” (Ecl 1,8).
Esfuérzate por desviar tu corazón de las tentaciones presentes
y dirigirlo a los valores perennes
porque los que siguen sus deseos desordenados manchan su
conciencia
y pierden la gracia de Dios.

Capítulo: II
SINCERO CONCEPTO DE SÍ MISMO
1. Todas las personas, por supuesto, buscan tener conocimientos
pero ¿de qué sirve la ciencia sin el respeto a Dios?
Con seguridad es mejor el campesino humilde
sirviendo a Dios
que el engreído intelectual que estudia el Cosmos
olvidando el propio conocimiento.
El que bien se conoce a sí mismo
acepta sus limitaciones
y no se complace con las alabanzas que le puedan dirigir.
Si conociera todo lo que existe en el mundo
pero no viviera en el amor
¿de qué me serviría ante Dios
que tendrá que juzgarme por mis actos?
2. Tranquiliza tus deseos de saber demasiado
porque a veces hay en ellos gran estorbo y engaño.
A los intelectuales les gusta hacerse notar
y aparecer como sabios.
El conocimiento de ciertas cosas
poco o nada aprovecha al espíritu
y es ignorante quien prefiere atender a ellas descuidando
las que sirven a susalvación.
La abundancia de palabras no sacia el alma
pero la vida honesta refresca la mente
y la conciencia pura nos da gran confianza en Dios.
3. Mientras más y mejor conozcas
serás más seriamente juzgado, si no vives santamente.
No te creas superior a otros
por la habilidad que tengas en cualquier arte o ciencia
sino más bien teme por los conocimientos que te dieron.
Si consideras que muchas cosas sabes
y que las entiendes suficientemente
considera igualmente
que son muchas más las que no conoces.
“Así que no seas soberbio y anda con cuidado” (Rm 11,20)
más bien confiesa tu gran ignorancia.
¿A quién te vas a preferir
habiendo tantos maestros y expertos en las normas mejores que tú?
Si quieres aprender y saber algo verdaderamente útil
esfuérzate porque no te conozcan ni te consideren.
4. Ésta es una profunda y utilísima lección:
el auténtico conocimiento y la justa valoración de sí mismo.
Gran sabiduría y perfección
es pensar bien reconociendo lo bueno de los demás
y ver las propias limitaciones.
Si vieras a alguien pecar públicamente
o perpetrar graves delitos
no deberías estimarte mejor que él
ya que tú mismo ignoras
por cuánto tiempo más podrás comportarte correctamente.
Todos somos frágiles
pero tú no consideres a nadie más frágil que a ti mismo.

Capítulo: III
ENSEÑANZA VERDADERA
1. Feliz al que la Verdad le enseña directamente
no por medio de imágenes o voces pasajeras sino tal como es.
Nuestras percepciones y opiniones
fallan con frecuencia y nos orientan mal.
¿De qué aprovecha cavilar tanto sobre asuntos ocultos y oscuros
de cuyo conocimiento nadie nos acusará en el día del Juicio?
¡Qué ignorancia tan grande
desconocer lo que es útil y necesario
prestando atención a curiosidades y daños.
Realmente teniendo ojos no vemos.
¿Qué nos importan los análisis y las síntesis?
Cuando nos habla la Palabra Eterna
quedamos liberados de las opiniones cambiantes.
Todo proviene de la única Palabra
todo lo creado se refiere sin cesar a Ella
y es el principio, que nos habla.
Si falta, ninguno entiende nada o puede discernir justamente.
Para quien todas las cosas son Uno,
y son atraídas hacia el Único y a todos las ve en el Único,
los sentimientos se le estabilizan y permanece con Dios en paz.
Dios verdadero
haz que me una contigo en perpetuo amor;
con frecuencia siento hastío al leer o escuchar variedad de cosas;
en Ti encuentro todo lo que quiero y deseo.
Callen todos los sabios
aquiétese la creación entera en tu presencia
háblame Tú solamente.
2. Mientras mejor esté alguien unificado y sea simple interiormente
más abundantes y sublimes conocimientos obtendrá sin esfuerzo
porque su inteligencia será iluminada desde arriba.
El espíritu puro, simple y constante
no se distrae en la variedad de experiencias e informaciones
porque dirige toda su actuación a la alabanza de Dios
esforzándose por permanecer siempre dispuesto
y libre de averiguaciones individualistas.
¿Qué te dificulta y fastidia más que los incontrolados deseos de tu corazón?
El hombre bueno y siempre dispuesto para seguir la voluntad de Dios
prepara dentro de sí las actividades que luego debe realizar externamente
de tal manera que no lo lleven hacia el deseo de las inclinaciones viciosas
y siempre se oriente según el juicio recto de su corazón.
¿Quién tiene mayor combate
que el que se esfuerza por vencer sus malas inclinaciones?
Ésta debe ser nuestra principal empresa:
vencer efectivamente lo que se encuentre de malo en uno
hacerse día a día más fuerte y aprovechar en ser mejor.
3. En esta vida,
toda perfección lleva consigo ciertas imperfecciones
y todo nuestro discernimiento no carece de alguna oscuridad.
El humilde conocimiento de sí mismo es más cierto camino hacia Dios
que la profunda investigación científica.
No se trata de echarle la culpa a la ciencia o a cualquier información correcta
sobre las cosas
que en sí consideradas son buenas y ordenadas a Dios
pero siempre debe preferirse la conciencia tranquila y la vida virtuosa.
Muchos están más preocupados del saber que de vivir cristianamente,
por eso se desvían con frecuencia y casi nada o muy poco fructifican.
4. Si se pusiera tanto empeño en extirpar los vicios y sembrar virtudes
como el que se emplea en promover discusiones
habría menos delitos y escándalos entre el pueblo y menos
superficialidad en las comunidades.
Ciertamente,
cuando llegue el día del juicio no nos preguntarán qué leímos sino qué hicimos
ni si hablamos bien sino qué honestamente hemos vivido.
Dime ¿dónde están ahora todos esos señores y maestros a quienes conociste bien
cuando vivían
y se destacaban en los estudios?
Actualmente otros ocupan su lugar y nadie se acuerda de ellos.
Mientras vivían tenían prestigio; ahora nadie habla de ellos.
5. ¡Qué pronto pasan las glorias del mundo!
Ojalá la vida que llevaron haya concordado con sus ciencias,
entonces sí habrían estudiado y aprendido provechosamente.
¡Cuántos se consumen por la intranscendente ciencia de este mundo
y qué pocos se interesan por mirar a Dios!
Y porque muchos eligen ser más poderosos que humildes,
están vacíos por dentro como sus propios pensamientos.
De verdad es grande quien tiene grande amor.
De verdad es grande quien reconoce sus limitaciones y tiene en nada los honores.
De verdad es consciente quien considera cualquier cosa como pérdida con tal de ganar a Cristo.
Y de verdad es un sabio
quien sigue fielmente la voluntad de Dios y somete su propia voluntad.

Capítulo: IV
ACTUAR CON PRUDENCIA
1. No debe aceptarse fácilmente cualquier palabra o incitación
sino cautelosamente pero con amplitud de ánimo debe ponderarse todo según Dios.
¡Qué pena! Con frecuencia creemos con mayor facilidad
los malos que los buenos comentarios
sobre las personas. ¡Tan enfermos estamos!
Pero las personas prudentes
no creen así nomás lo que vienen a chismearles
porque conocen las dificultades humanas
causa de maldades y de expresiones tan negativas.
2. Es señal de gran sabiduría
no decidir precipitadamente
ni ser porfiado en el propio punto de vista.
No hay que tomar en cuenta, pues,
cualquier cosa que se diga
ni repetir después a otros, con ligereza,
lo que antes oímos o creímos.
Déjate aconsejar
por personas sabias y conscientes
y desea más bien ser instruido por otro mejor en vez de seguir tus propias invenciones.
La vida honesta hace sabio al ser humano
según el espíritu de Dios
y lo transforma en experto en variedad de cosas.
Mientras más humilde y fiel a Dios sea alguien
será más sabio y constructor de la paz.

Capítulo: V
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
En las Sagradas Escrituras debe buscarse la verdad,
no el estilo literario.
Conviene que todas las Sagradas Escrituras se lean con el mismo espíritu con que fueron hechas.
En los libros Sagrados debe buscarse más la utilidad que la delicadeza de las frases.
Con el mismo gusto debemos leer los textos devotos y simples
que los difíciles y profundos.
No te fijes en el nivel de los autores,
ya sea que escriban sencillamente o con gran despliegue de recursos,
más bien que te impulse a leer el amor a la pura verdad.
No te preguntes quién lo dijo
sino más bien atiende a lo que ha dicho.
Los seres humanos pasan
pero la verdad del Señor permanece para siempre (Sal 117,2).
Sin hacer distinciones entre unas personas y otras
el Señor nos habla de diversas maneras.
Nuestra curiosidad nos dificulta con frecuencia
la lectura de las Escrituras
cuando queremos racionalizar y discutir
lo que deberíamos aceptar simplemente.
Si quieres de verdad calmar tu sed
lee con humildad, sencillez y confianza
sin pretender que te reconozcan como erudito.
Pregunta con agrado
y acepta en silencio las enseñanzas de los santos.
No te cansen las explicaciones de los mayores
porque no las dicen sin motivo.

Capítulo: VI
DESEOS DESORDENADOS
1. Cuando las personas sienten deseos desordenados de inmediato se inquietan.
Los poderosos y los avaros nunca descansan;
los sencillos y humildes de espíritu se sienten en paz
aunque estén rodeados de una multitud.
Quien no tiene control sobre sí mismo
pronto es tentado y vencido
por cosas pequeñas y despreciables
Como enfermo del espíritu,
quien se deja dominar por sus instintos
y vive sólo para satisfacer sus caprichos,
con dificultad puede abstenerse de los deseos,
cuando se abstiene se pone triste
y se indigna si alguien lo contradice.
2. Pero si consigue lo que desea
el sentimiento de culpa le hiere
y esa amargura no le sirve de mucho
para encontrar la tranquilidad que buscaba.
Resistiendo a las malas inclinaciones
se adquiere la auténtica paz,
no sometiéndose a ellas.
No existe paz
en el corazón de las personas que no tienen dominio de sí mismas
ni en las dedicadas exclusivamente a las actividades externas
sino en las entusiastas y espirituales.

Capítulo: VII
HUIR DE LA ESPERANZA INFUNDADA Y LA SOBERBIA
1. Está vacío el que pone su confianza
en las personas o las cosas creadas.
No te avergüences de servir a los demás
por amor a Jesús
y aparecer ante ellos como pobre.
No te sostengas en ti mismo
sino pon en Dios tu esperanza.
Haz lo que esté de tu parte
y une tu buena voluntad a la de Dios.
No confíes tanto en tu ciencia
o en la astucia de algún otro
sino más bien en la gracia de Dios
que ayuda a los humildes
y desecha a los presumidos.
2. No te engrías por tus posesiones
o amistades poderosas
confía sólo en Dios que todo lo otorga
y desea darse Él mismo a nosotros.
No te coloques sobre los demás
por tu prestancia o belleza física
que una pequeña enfermedad
puede destruir y sepultar.
No te contentes tanto
de tu propia habilidad e ingenio
no vaya a ser que descontentes a Dios
verdadero dueño de todo lo que posees.
3. No pienses que eres mejor que otros
no vayas a aparecer peor ante Dios
que conoce muy bien cómo es cada uno.
No te ensoberbezcas por tus buenas acciones
ya que el criterio de Dios es distinto del nuestro
y a veces lo que está bien a los demás
no le parece suficiente a Él.
Si tienes algo bueno cree que es mejor lo ajeno
conservándote así humilde.
No te hace ningún daño colocarte al último
en cambio puede ser muy dañino
ponerse por delante de uno solo.
Con el humilde está la paz
en el autosuficiente
hay celos e indignación con frecuencia.

Capítulo: VIII
CUIDAR LA INTIMIDAD
1. “No le abras tu corazón a cualquiera” (Eclo 8,22)
sino comunícate con los sabios y respetuosos de Dios.
Con los inexpertos y extraños procura estar poco,
con los ricos no seas adulón
ni goces presentándote con los magnates;
con los piadosos y equilibrados procura conversar y trata con ellos de lo que contribuya a tu edificación.
No tengas intimidad con mujeres desconocidas
pero ruega a Dios que las haga buenas.
Vive íntimamente con Dios y sus amigos
y evita las novedades.
2. A todos hay que querer
pero no es conveniente intimar con todos.
A veces admiramos a quienes no conocemos
pero el contacto con ellos hace que brillen menos.
Pensamos agradar a las personas con nuestra conversación
y empezamos enseguida a molestarlas
cuando descubren en nosotros tantos defectos.

Capítulo: IX
OBEDECER Y DEPENDER
1. Es muy valioso saber obedecer,
depender de otra persona
y no ser uno su propio juez.
Más seguro es depender que dirigir.
Muchos están sometidos a la obediencia, más por necesidad
que por amor:
ellos tienen sufrimiento
y con ligereza murmuran;
nunca adquirirán libertad de criterio
si no se someten sólo a Dios de todo corazón.
Aunque corras de un lado para el otro
jamás encontrarás quietud
si no es en la humilde sujeción a un orden superior.
Imaginar distintos lugares y cambios de vida
a muchos engañó.
2. Es cierto que cada uno, con gusto, lleva adelante sus convicciones
y se inclina más a quienes siguen su sentir.
Ya que Dios está entre nosotros
es preciso que abandonemos
nuestros particulares puntos de vista, por bien de la paz.
¿Quién sabe tanto
que pueda conocer absolutamente todas las cosas?
Por lo tanto, no confíes exageradamente en tu criterio
y esfuérzate por escuchar con agrado el parecer de los demás.
Si es aceptable tu sentir
y lo abandonas por causa de Dios, siguiendo lo que te ordenen,
eso te hará a la larga mucho bien.
3. He escuchado frecuentemente
que es más seguro atender y seguir un consejo que darlo.
Puedes juzgar como bueno el sentir de alguno
pero es señal de excesiva suficiencia y terquedad
estar en desacuerdo con los demás cuando tienen la razón.

Capítulo: X
CUIDADO CON LAS CONVERSACIONES INTRANSCENDENTES
1. Cuídate cuanto puedas de alborotos y bullicio.
Mucho estorba ocuparse de diversas gestiones incluso si se realizan con sana intención.
Rápidamente nos mancha la vanidad y nos aprisiona.
Preferiría muchas veces haber callado
y no encontrarme entre la gente.
Pero ¿Por qué motivo con tanto placer hablamos
y entre nosotros la pasamos charlando
si rara vez, sin herir nuestra conciencia,
volvemos al silencio?
Será que hablamos con tantas ganas
porque buscamos consuelo en los demás
y a nuestro corazón, fatigado por tantas preocupaciones
queremos aliviar.
Y muy gustosamente buscamos hablar y compartir
de lo que amamos o deseamos
o de lo que nos contradice;
Pero ¡qué lástima! Vacía e inútilmente.
Estos consuelos externos
afectan no poco
a los interiores y divinos.
2. Por eso debemos estar vigilantes y orando
no se nos pase el tiempo sin fruto.
Si es justo y conviene hablar
debe decirse lo que edifique.
La mala costumbre y el descuido del propio progreso contribuyen al descontrol de nuestra lengua.
Ayuda muchísimo al desarrollo interior
la devota conversación sobre asuntos espirituales
principalmente cuando varias personas
que tienen similares intereses y ánimo
se juntan en Dios.

Capítulo: XI
ADQUIRIR LA PAZ Y ESFORZARSE POR MEJORAR
1. Podremos tener mucha paz
si no nos andamos metiendo
con los dichos o hechos ajenos
que no nos pertenecen.
¿Cómo es posible que permanezca en paz
el que se inmiscuye en asuntos de otros,
se interesa por exterioridades
y poco o rara vez se recoge en sí mismo?
Felices los sencillos porque tendrán mucha paz.
2. ¿Por qué razón muchos santos
fueron tan perfectos y dados a la contemplación?
Porque continuamente se preocuparon
de mortificar en ellos mismos
los deseos deshonestos
por tanto, pudieron adherirse a Dios de todo corazón
ocupándose entonces libremente del propio aprovechamiento.
Nosotros somos poseídos por las propias pasiones
y solicitados excesivamente por cosas pasajeras.
Rara vez vencemos un vicio por completo
ni nos alentamos para perfeccionarnos cada día
por lo que permanecemos tibios y hasta fríos.
3. Si estamos nosotros mismos perfectamente mortificados
y por dentro poco comprometidos
podemos saborear las realidades divinas
y experimentar en cierta forma
la contemplación del cielo.
Nuestro total y máximo impedimento
es que no somos libres de pasiones y deseos deshonestos
y no nos esforzamos por ingresar
en el perfecto camino de los santos.
Cuando nos ocurre una pequeña adversidad
muy pronto nos desanimamos
y regresamos a los consuelos humanos.
4. Si nos esforzáramos por mantenernos de pie en la batalla
como seres enérgicos
veríamos pronto llegar sobre nosotros
desde el cielo,
el auxilio de Dios.
Él está preparado para venir a ayudar
a los que están seguros y confían en su gracia.
Si solamente en el cumplimiento exterior
ponemos nuestro progreso religioso
pronto llegará el fin de nuestra devoción.
Apliquemos el hacha a la raíz
y purificados de nuestras pasiones
seamos dueños, en paz, de nuestra propia mente.
5. Si cada año extirpamos uno solo de los defectos
pronto nos convertiremos en seres perfeccionados.
Pero reconocemos con frecuencia que sucede al contrario
porque vemos que fuimos mejores y más puros
al comienzo de nuestra conversación [sic]
que después de muchos años de compromiso con Dios.
El entusiasmo y aprovechamiento
diariamente debería aumentar
pero ahora parece gran cosa
si alguien conserva un poco del primer fervor.
Si al principio ponemos un poco de energía
después todo lo podremos llevar a cabo
con facilidad y alegría.
6. Cosa seria es dejar lo acostumbrado
y más serio es ir contra la propia voluntad.
Pero si no vences lo pequeño y débil
¿cuándo superarás lo más difícil?
Resiste desde el inicio tus malas inclinaciones
y abandona tus perversas costumbres
no sea que poco a poco
te conduzcan a mayores problemas.
Si te dieras cuenta de cuánta paz adquirirías
y qué alegría proporcionarías a los demás
conduciéndote adecuadamente,
pienso que serías mucho más cuidadoso
con tu aprovechamiento espiritual.

Capítulo: XII
UTILIDAD DE LAS ADVERSIDADES
1. Es conveniente para nosotros que de vez en cuando
soportemos algunas molestias y contrariedades,
porque frecuentemente retraen al ser humano a su propio corazón
para que reconozca que vive como exiliado
y no sustente su esperanza en alguna realidad creada.
Es bueno que a veces padezcamos contradicciones
y que se opine mal e imperfectamente de nosotros incluso cuando actuamos bien y esforzadamente,
todo esto ayuda a la propia humildad
y nos defiende de la vanagloria.
Entonces invocamos a Dios mejor como testigo íntimo
cuando somos denigrados externamente por los otros
y no se toma en cuenta nuestro testimonio.
2. Por eso debería cada uno
afirmarse de tal manera en Dios
que no fuera más necesario para él
buscar consuelos humanos.
Cuando la persona de buena voluntad
sufre tribulaciones y tentaciones
o se aflige por los malos pensamientos
entonces reconoce que necesita más que nunca a Dios
y experimenta que sin El, nada bueno posee.
Entonces se entristece, gime y ora
por las miserias que padece.
Entonces se hastía del diario vivir
y prefiere que venga la muerte
para liberarse y estar con Cristo (Flp 1,23).
Entonces, pues, se viene a dar cuenta
que la perfecta seguridad y plena paz
no pueden sustentarse en el mundo.

Capítulo: XIII
RESISTIR A LAS TENTACIONES
1. Mientras vivimos en éste mundo
no podemos estar sin aflicciones y tentaciones.
Por eso en el libro de Job está escrito:
“Tentación es la vida del hombre sobre la tierra” (Job 7,1).
Cada uno debe ser cuidadoso acerca de las tentaciones
y mantenerse atento en oración
para que el demonio, que jamás descansa sino que da vueltas alrededor buscando a quien devorar (1P5,8),
no encuentre modo de engañarle.
Ninguno es tan perfecto y santo
que no tenga a veces tentaciones.
2. No obstante, con frecuencia las tentaciones son muy útiles
aunque sean molestas y graves
porque en ellas
el hombre se humilla, se purifica y aprende.
Por muchas angustias y tentaciones
todos los santos pasaron y aprovecharon
y los que no fueron capaces de soportarlas
fueron reprobados y desfallecieron.
No existe comunidad tan santa ni lugar tan secreto
donde no haya tentaciones y adversidades.
3. Nunca está el ser humano
protegido totalmente de la tentación
mientras viva
porque de nosotros mismos brota la tentación debido a que nacimos inclinados al mal.
Cuando una tribulación o tentación nos abandona
otra sobreviene
y siempre tenemos algo por qué padecer
ya que perdimos el gran bien
de nuestra original felicidad.
Muchos procuran huir de las tentaciones
y vienen a caer más gravemente en ellas.
No podemos vencerlas con solo huir
sino con paciencia y verdadera humildad
llegaremos finalmente a ser más fuertes que nuestros enemigos.
4. Quien sólo externamente deshecha el mal
pero no lo arranca de raíz
poco progresará.
Porque pronto volverá a él la tentación
y peor se sentirá.
Poco a poco, con paciencia y entusiasmo,
con la ayuda de Dios, podrás superarte
y no con tu propia impaciencia y suficiencia.
Acostúmbrate a aceptar buenos consejos
cuando te sientas tentado
y no trates con dureza al que tiene tentaciones
sino más bien consuélalo
como quisieras que lo hagan contigo.
5. El inicio de todas las malas tentaciones
está en la inconstancia del ánimo
y la poca confianza en Dios
porque es igual a un barco sin timón
empujado de aquí para allá por el oleaje,
la persona apocada e inconstante en sus propósitos
tentada por eso de diversas maneras.
El fuego pone a prueba el hierro
y la tentación al hombre honesto.
Desconocemos de qué somos capaces
pero la tentación lo da a conocer.
Debe estarse muy atento
sobre todo al comienzo de la tentación
porque entonces es más fácil vencer al enemigo.
Si cerramos las puertas de la mente
y le resistimos en la entrada apenas toca
se acabará el problema.
Por eso alguien dijo:
“Opónte al comienzo; después, la medicina es inútil” (Ovidio Rem 2,91).
Porque primero sobreviene a la mente un simple pensamiento
después, una llamativa imaginación
finalmente el deleite y el impulso depravado,
y la aceptación.
Así poco a poco,
va ingresando el maligno enemigo hasta el fondo por no haber sido rechazado al principio.
Mientras más descuidado sea uno en resistir
tanto más débil se irá haciendo
y el enemigo contra él, más poderoso.
6. Alguno padece más graves tentaciones
al inicio de su conversación [sic] a Dios
algún otro, al final.
Alguno la pasa mal durante toda su vida.
Algunos son tentados muy suavemente
según la sabiduría y equidad
de las disposiciones de Dios
que decide de acuerdo con la condición y méritos de las personas
y todas las cosas
las orienta a la salvación de sus elegidos.
7. Por lo tanto,
no debemos desesperarnos cuando sufrimos tentaciones
sino más bien rogar a Dios con fervor
de manera que en toda tentación se digne ayudarnos
ya que, de hecho, según dijo Pablo
las tentaciones serán de tal manera (1Co 10,13)
que podamos soportarlas.
Humillemos nuestras almas bajo la mano de Dios
en toda tentación y tribulación
porque salvará a los humildes de espíritu (Sal 34,19)
y los elevará.
8. En las tentaciones y tribulaciones
se prueba cuánto ha progresado cada uno,
en eso hay mucho mérito
y se hace más patente la virtud.
No es gran cosa
que la persona sea devota y entusiasta
cuando no le pasa nada grave
pero si se sostiene con paciencia en tiempos adversos
habrá esperanza de gran progreso.
Algunos se defienden de grandes tentaciones
y cotidianamente
son vencidos por las pequeñas;
esto es para que humillados,
nunca se atrevan a confiar demasiado de sí mismos
ya que en tan modestas tentaciones fallan.

Capítulo: XIV
EVITAR LOS JUICIOS TEMERARIOS
1. Fija tus ojos en ti mismo
y no te atrevas a juzgar a otros.
Al juzgar a los demás, uno trabaja inútilmente
se equivoca muchas veces y fácilmente peca;
juzgándose, en cambio, a sí mismo y amonestándose
se labora con provecho.
Como recibimos las cosas según nuestros sentimientos,
de acuerdo con eso frecuentemente las juzgamos;
por causa del amor propio
fácilmente perdemos su verdadero sentido.
Si siempre con recta intención van dirigidos a Dios nuestros deseos
no nos turbaremos tan fácilmente
por la resistencia de nuestros sentimientos.
2. Pero a veces tenemos algo escondido dentro de nosotros
o sucede algo por fuera
que conjuntamente nos atrae.
Muchos buscan su propio interés en lo que hacen
y en eso actúan equivocadamente.
Creen vivir en perfecta paz
cuando se realizan las cosas según su querer y entender;
pero si algo sucede de modo distinto a sus deseos
de inmediato se inquietan y entristecen.
Porque las personas suelen tener diversidad de sentimientos y puntos de vista,
con demasiada frecuencia ocurren distanciamientos
entre amigos y ciudadanos, entre religiosos o personas piadosas.
3. Las antiguas costumbres difícilmente se abandonan
y nadie se deja conducir con gusto a donde no quiere.
Si le das más crédito a tus razonamientos o habilidades
que a la fuerza de someterse a Jesucristo
casi nunca o tardíamente serás una persona iluminada
porque Dios nos quiere totalmente dependientes de Él
y que por ardiente amor superemos toda razón.

Capítulo: XV
OBRAS HECHAS POR AMOR
1. Por ninguna cosa del mundo ni por deferencia a alguna persona
debe hacerse algo malo,
pero por utilidad de un necesitado
debe interrumpirse la buena obra, o cambiarla por otra mejor.
Esto no significa
que la buena obra quede destruida
sino que se ha convertido en más buena.
Sin amor, las actividades exteriores de nada sirven;
pero lo que se hace por amor
así sea muy pequeño y despreciable
llega a ser muy fructífero.
Más considera Dios a la persona que realiza la acción
que a la acción realizada.
2. Mucho hace el que mucho ama.
Mucho hace quien hace las cosas bien.
Hace bien quien sigue el parecer de su Comunidad
en vez de su propia voluntad.
A veces parece ser amor y es más bien sensualidad
porque las tendencias de la naturaleza,
la propia voluntariedad, la esperanza de la retribución
y la atracción de las comodidades
muy rara vez nos abandonan.
3. El que tiene verdadero y perfecto amor
en nada busca su propia gratificación
sino desea únicamente que Dios sea reconocido y recibido por todos.
A nadie otorga la propiedad del [sic] ningún bien
sino que los atribuye íntegramente a Dios
ya que de Él todos brotan como de una fuente
y finalmente todos los santos gozarán
descansando en Él.
Si alguien tuviera una pequeña chispa de verdadero amor, de inmediato sentiría que las cosas materiales están todas vacías.

Capítulo: XVI
SOPORTAR LOS DEFECTOS AJENOS
1. Lo que no somos capaces de corregir en nosotros mismos o en los demás,
debemos soportarlo pacientemente
hasta que Dios disponga de otro modo.
Considera que es mejor así para tu calificación y tu paciencia
sin la que no tienen mayor valor nuestros esfuerzos.
Debes, sin embargo, suplicar a Dios
para que se digne ayudarte en esas dificultades
y puedas sobrellevarlas con buen ánimo.
2. Si alguno no se controla
después de dos o tres amonestaciones
no te pongas a pelear con él
sino encomiéndaselo a Dios
para que se cumpla su voluntad y todos sus servidores le honren,
ya que sabe muy bien convertir los males a bienes.
Aprende a ser paciente en tolerar los defectos ajenos y cualquier debilidad
porque tú mismo tienes defectos
que los otros deben soportar.
Si no eres capaz de hacerte a ti mismo como quieres
¿cómo lograrás que los otros se conduzcan según tus deseos?
Con gusto queremos perfectos a los demás
y sin embargo no corregimos los propios defectos.
3. Queremos que a otros se corrija estrictamente
y no deseamos que nos corrijan a nosotros.
Nos disgusta que se otorgue a los demás ciertas facilidades
y no aceptamos se nos niegue lo que pedimos.
Queremos que otros cumplan las disposiciones más exigentes
y no soportamos que a nosotros nos limiten algo.
En todo esto se hace patente qué raro es que
consideremos al prójimo como a nosotros mismos.
4. De esta manera, pues, Dios ha dispuesto que aprendamos
ayudarnos [sic] unos a otros a llevar las cargas (Ga 6,2) porque no hay nadie sin defecto, nadie sin carga, nadie para sí es suficiente, nadie, lo bastante sabio
sino que es necesario llevarnos unos a otros, consolarnos, ayudarnos igualmente,instruirnos y aconsejarnos.
En los sucesos adversos se nota mejor
cuánta virtud posee cada uno.
Las ocasiones no hacen frágil al hombre sino
más bien ponen de manifiesto lo que es.

Capítulo: XVII
LA VIDA DE LOS RELIGIOSOS
1. Conviene que aprendas a reprimirte tú mismo en muchas cosas si quieres gozar de paz y concordia con los otros.
No es poco vivir en la comunidad de los monasterios o congregaciones y allí compartir todo sin discordia
perseverando fielmente hasta la muerte.
Feliz el que allí vive santamente y se realiza
con éxito.
Si quieres permanecer debidamente y progresar
considérate como un extraño y peregrino
en la tierra.
Conviene que te hagas como insensato por Cristo
si quieres llevar de verdad la vida religiosa.
2. Los hábitos y señales exteriores significan poco
pero la conversión de vida y el total control sobre las pasiones, de verdad hacen al religioso.
Quien busca algo distinto a sólo Dios y
la salvación de su alma, encontrará únicamente angustias y dolores.
Nadie puede estar en paz continuamente
si no se esfuerza por ser el más pequeño y sumiso a todos.
Has venido a servir, no a dirigir;
se te ha llamado para soportar y trabajar no para que estés ocioso y fantaseando.
Aquí de verdad se pone a prueba a las personas
como el oro en el crisol.
Aquí nadie persevera si no quiere humillarse ante Dios de todo corazón.

Capítulo: XVIII
EJEMPLO DE LOS PRIMEROS RELIGIOSOS
1. Mira bien los vivos ejemplos de los santos fundadores
en los que resplandece la verdadera perfección y religión,
y verás qué poco o casi nada es lo que hacemos.
¡Qué viene a ser nuestra vida si la comparamos
con la de ellos...!
Los santos y amigos de Cristo
sirvieron al Señor con hambre y sed, con frío
e indigencia, con trabajo y cansancio,
en vigilias y ayunos, en medio de persecuciones y muchas ofensas.
¡Qué abundantes y graves tribulaciones padecieron los apóstoles, los mártires, los confesores, las vírgenes
y todos los demás que quisieron seguir los pasosde Cristo!
2. En este mundo se dieron menos importancia a sí mismos
para poseer sus vidas plenamente en la eternidad (Jn 12,25).
¡Qué vida tan exigente y desprendida llevaron los Padres del desierto,
qué prolongadas y graves tentaciones soportaron!
¡Con qué frecuencia fueron maltratados por el enemigo,
qué continuas abstinencias cumplieron!
¡Qué gran entusiasmo y fervor tuvieron para el progreso espiritual,
qué fuerte guerra combatieron para dominar los vicios,
qué pura y recta intención tuvieron hacia Dios!
3. Durante el día trabajaban y se pasaban las noches orando
y mientras trabajaban, no cesaban de orar mentalmente.
Empleaban útilmente todo su tiempo y les parecía
poco todo el tiempo que podían estar a solas con Dios
y por gran dulzura que encontraban en la contemplación
hasta llegaban a olvidarse de satisfacer las necesidades básicas de su naturaleza.
Renunciaban a las riquezas, a los títulos y a los honores,
a los amigos y familiares, no deseaban tener nada del mundo, apenas consumían lo necesario
y hasta les molestaba atender sus necesidades vitales.
Eran pobres, pues, en bienes materiales, pero muy ricos en gracia y virtudes.
Externamente eran indigentes pero por dentro
rebosaban de la predilección y
el afecto sensible de Dios.
Para el mundo eran ajenos pero eran muy cercanos
y amigos íntimos de Dios.
A sí mismos se consideraban como sin ningún valor y despreciados del mundo entero pero a los ojos de Dios eran preciosos y queridos.
Eran ciertamente humildes y vivían obedeciendo con sencillez.
En caridad y paciencia caminaban y por eso
cada día progresaba su espíritu y obtenían grandes dones de Dios.
Fueron propuestos como ejemplo para todos los religiosos
y más nos deben animar a obrar bien que la multitud
de los tibios a descuidarnos.
4. ¡Qué entusiasmo tuvieron todos los religiosos al comienzo
de sus santas Instituciones!
Cuánta devoción en la oración, cuánta emulación en la virtud
qué gran cumplimiento de las normas, qué respeto y obediencia
bajo las constituciones de los maestros, en todos florecía.
Todavía quedan vestigios, para testificar que verdaderamente fueron santos y perfectos que supieron
luchar con denuedo para lograr la victoria.
Ahora parece gran cosa si uno no es transgresor
y puede tolerar con paciencia lo que primero aceptó.
¡Qué tibieza y negligencia de nuestra condición
que tan pronto declina nuestro entusiasmo inicial
y nos da tedio vivir por la dejadez y tibieza!
Ojalá no se duerma en ti el interés por la virtud
ya que tienes delante tantos ejemplos de santos.

Capítulo: XIX
LA ACTIVIDAD DEL BUEN RELIGIOSO
1. La vida del buen religioso
debe relucir con toda clase de virtudes para que sea interiormente como aparece por fuera;
y debe ser mejor por dentro
que como se aprecia de fuera
porque nuestro inspector es Dios
a quien debemos el máximo respeto donde sea que estemos
y debemos andar tan puros como ángeles en su presencia.
Cada día tenemos que renovar nuestros propósitos
y animarnos al fervor
como si hoy fuese el primer día de nuestra conversión, y decir: “Ayúdame Señor Dios
en el buen propósito de tu santo servicio
y haz que hoy día empiece perfectamente
porque nada he hecho hasta ahora”.
2. Según nuestro propósito será el camino de nuestro aprovechamiento y debe poner mucho empeño
el que quiere aprovechar bien.
Si el que propone firmemente, con frecuencia decae
¿qué será del que rara vez o con menos firmeza propone?
Sucede que de diversas maneras desertamos de nuestros propósitos
y una pequeña omisión de los ejercicios no pasa sin detrimento.
Los propósitos de los santos penden más de la gracia de Dios que del propio saber y en Dios siempre confían
cuando algo acometen.
Porque el hombre propone pero Dios dispone y no
está en poder del hombre su camino (Jr 10,23).
3. Si por causa de la compasión o por utilidad del prójimo
se suspende de vez en cuando el cumplimiento de los ejercicios acostumbrados,
con posterioridad puede fácilmente recuperarse.
Sin embargo, abandonarlos simplemente por fastidio o negligencia es una actividad muy culpable y se sentirá que hace daño.
Esforcémonos cuanto podamos
porque así y todo fallaremos con facilidad en muchas cosas.
No obstante, siempre debe proponerse algo muy concreto
principalmente contra aquello que más se opone a nuestro progreso.
Debemos escrutar por igual nuestras actividades exteriores
e interiores porque todas tienen que ver con nuestro aprovechamiento.
4. Si no eres capaz de recogerte en ti mismo continuamente
quizás puedas algunas veces en el día, o al menos una vez cada día
ya sea temprano o al atardecer.
Propón por la mañana y al final del día examina tus obras
porque es posible que hayas ofendido muchas veces
a Dios y al prójimo.
Ármate con todas tus fuerzas contra las maldades diabólicas
frena la gula
y podrás frenar con mayor facilidad tus bajas inclinaciones.
Nunca estés del todo ocioso
sino lee, escribe, reza, medita o desarrolla alguna labor útil para la comunidad.
Sin embargo las actividades físicas deben realizarse
con discreción, porque no convienen por igual para todos.
5. Las actividades no comunes, no deben ostentarse públicamente sino ejercerse en privado protegidas por el secreto.
Ten cuidado, no obstante:
No seas mezquino con los intereses comunes
y dispuesto con los tuyos exclusivamente sino que después de cumplir íntegra y fielmente lo que debesy te han encomendado,
si todavía te queda tiempo, vuelve sobre ti mismo
como deseas según tu buena disposición.
No todos podemos llevar a cabo las mismas cosas
unas convienen más a unos y otras a otros.
En concordancia con los distintos tiempos
conviene diversas actividades
porque unas son más propias de los domingos y festividades religiosas
y otras de los días ordinarios.
Unas son necesarias en tiempo de tentación y
otras distintas en tiempo de paz y tranquilidad.
Está bien que pensemos en ciertas cosas
cuando estamos entristecidos
y en otras cuando nos encontremos alegres en el Señor.
6. En las festividades principales debemos renovar
nuestros buenos ejercicios
e implorar con más ahínco
la intercesión de los Santos.
De celebración en celebración debemos hacer propósitos
como si entonces tuviéramos que emigrar de este mundo
y llegar por fin a la eterna fiesta.
De ésta manera, debemos prepararnos con gran solicitud en los tiempos de piedad cristiana y más piadosamente comportarnos
y cumplir más estrictamente nuestros compromisos religiosos
como si fuéramos a recibir de Dios dentro de corto tiempo
el premio de nuestros trabajos.
7. Y si esto se dilata
creamos que no estamos muy bien preparados
y que todavía no somos merecedores de tanta gloria
como se revelará en nosotros al final de nuestras vidas
y esforcémonos por prepararnos mejor para ese suceso.
Feliz el servidor que cuando regrese su Señor le encuentre vigilante;
de verdad les digo que lo pondrá como administrador de todos sus bienes (Lc 12,37)

Capítulo: XX
AMOR A LA SOLEDAD Y AL SILENCIO
1. Busca tiempo apropiado para dedicarte a ti mismo
y piensa frecuentemente
en los beneficios que te concede Dios.
Abandona las curiosidades.
De preferencia,
lee sobre asuntos que te estimulen más a la conversión
que al entretenimiento.
Si te sustraes de conversaciones superfluas,
rodeos inútiles y de prestarle atención a novedades y murmuraciones,
encontrarás tiempo suficiente
y apto para entregarte a provechosas meditaciones.
Algunos santos, siempre que podían
evitaban la compañía de otras personas y preferían en secreto dedicarse a Dios.
2. Una persona llegó a decir:
“las veces que estuve acompañado de otros hombres
menos humano regresé” (Séneca Epst. 7). Esto lo experimentamos con frecuencia cuando hablamos demasiado.
Es más fácil permanecer en casa
que cuidarse suficientemente fuera de ella.
Por eso, el que intenta acceder
a los valores interiores y espirituales
debe, con Jesús, apartarse de la turba.
Ninguno se presenta con seguridad en público
si no aprendió a pasar desapercibido voluntariamente.
Ninguno habla con seguridad
si no sabe callar cuando conviene.
Ninguno se aventaja con seguridad
si no se somete de buena gana.
Ninguno da órdenes con seguridad
si antes no aprendió bien a obedecer.
3. Ninguno se alegra con seguridad
si no tiene dentro de sí el testimonio de buena conciencia.
Porque siempre la seguridad de los santos
se mantuvo llena del respeto a Dios
y no por eso fueron menos cuidadosos y humildes aunque resplandecían por sus grandes virtudes y el afecto que Dios les mostraba.
La seguridad de los malvados
brota de su soberbia y presunción
y al final se convierte en decepción hacia ellos mismos.
Jamás te sientas del todo seguro en esta vida
así parezcas un piadoso religioso o ermitaño.
4. Muchos que en opinión general
eran considerados como los mejores
han caído gravemente por su exagerada confianza en sí mismos.
Por eso es tan útil que a las personas
no les falten del todo las tentaciones
y que con frecuencia se sientan acosadas
para que no estén tan seguras de sí
no vaya a ser que se crean superiores a los demás y desvergonzadamente resbalen hacia consuelos exteriores.
Conservará la conciencia tranquila
el que no ande detrás de satisfacciones inconsistentes
y le dé a cada asunto la importancia que se merece.
¡Qué gran paz y tranquilidad poseerá
quien sepa liberarse de preocupaciones poco serias,
solamente piense en lo que es saludable y divino
y establezca en Dios toda su esperanza!
5. Nadie merece experimentar la alegría de la comunicación
con Dios
si no se ejercita amorosamente hasta lograr el arrepentimiento que lo lleve a la conversión.
Si quieres de verdad conmover tu corazón
entra en tu habitación y excluye toda distracción, según está escrito: “Tiemblen, no pequen; reflexionen en su lecho” (Sal 4,5).
En tu propia habitación encontrarás
lo que pierdes muchas veces al salir.
El retiro frecuentado se hace agradable
y el poco usado causa fastidio.
Si al comienzo de tu conversión a Dios
lo cultivas y defiendes
con el tiempo será para ti querido amigo
y gratísima experiencia.
6. En el silencio y la calma
progresa el espíritu
y se aprende los secretos de la Palabra de Dios
ahí uno encuentra suficiente motivos de arrepentimiento
por haberse comportado mal
purificándose así todas las noches
para que su Creador sea más cercano a él
mientras más apartado viva de todo lo que le ofende.
A quien se retira de conocidos y amigos
se le acerca Dios con sus santos Mensajeros.
Es mejor permanecer retirado y tener cuidado de sí mismo
que, descuidándose de sí,
realizar obras impresionantes pero exteriores.
Es una gran cosa que los religiosos
salgan raras veces,
traten de pasar desapercibidos
y eviten fijarse demasiado en los demás.
7. ¿Para qué quieres ver lo que no debes ambicionar?
“El mundo pasa y también sus ambiciones” (1Jn 2,17).
Los deseos deshonestos nos arrastran a pasatiempos
pero pasado el momento
sólo nos queda la conciencia angustiada y el corazón disperso.
La salida entusiasta ocasiona a veces un triste regreso,
y el feliz anochecer
trae como consecuencia una mañana penosa.
Así, todo gozo inmoral penetra suavemente
pero a la larga muerde y mata.
¿Qué puedes ver en otra parte que no veas aquí?
Aquí ves cielo, tierra y los demás elementos de la naturaleza de los que están compuestas todas las cosas.
8. ¿Qué puedes ver en otra parte
que permanezca siempre igual, tal como es,
sin modificarse nunca?
Crees que te saciarás íntegramente
pero jamás lo lograrás.
Si pudieras contemplar de una vez
todas las cosas del mundo ¿no sería acaso una mirada inútil que de nada te serviría?
Dirige más bien tu mirada a Dios
y ruega que te perdone tus pecados y negligencias.
Olvida lo que no tiene importancia
y en cambio preocúpate de lo que manda Dios.
Cierra tu puerta
y llama a ti a Jesús que amas.
Permanece con Él en tu retiro
porque no encontrarás en otra parte tanta paz.
Si no sales ni eres curioso de rumores extraños
mejor te mantendrás en buena paz.
Pero ya que te complace escuchar novelerías
es inevitable que tengas que soportar tu corazón alborotado.

Capítulo: XXI
CAMINO A LA CONVERSIÓN
1. Si quieres adelantar algo
consérvate en el respeto a Dios y no pretendas ser demasiado libre sino mantén bajo control todos tus sentidos y no te entregues a alegrías ineptas.
Dedícate a transformar tu corazón
y sentirás la presencia de Dios.
La compunción nos obtiene muchos bienes
que la distracción acostumbra perder rápidamente.
Es increíble que en esta vida alguien pueda alegrarse
alguna vez perfectamente
si piensa y reflexiona que está como desterrado y rodeado de tantos peligros.
2. Por causa de nuestra superficialidad
y la dejadez en corregir nuestros defectos
no sentimos el llamado angustioso de nuestra conciencia
sino que tomamos todo a risa
cuando más bien deberíamos llorar.
No existe verdadera libertad ni justo regocijo
sino en el respeto a Dios con buena conciencia.
Feliz quien puede arrojar lejos todo impedimento
de distracción y recogerse a la unidad
gracias al saludable arrepentimiento
que nos lleva a la conversión.
Feliz quien se abstiene
de todo lo que puede manchar u ofender su conciencia.
Lucha valerosamente:
una costumbre se vence con otra.
Si aprendes a no dejarte llevar por los demás
entonces te dejarán hacer lo que te toca.
3. No pretendas manejar asuntos ajenos
ni te impliques en las causas de los mayores
y amonéstate más especialmente a ti mismo
que a todos los que estimas.
Si no te favorecen los demás
no vayas a sentirte triste por eso
pero que sí te sea causa de preocupación
el no comportarte bien y consideradamente
como corresponde a un servidor de Dios y
persona de fe.
Con frecuencia es muy conveniente y seguro
que la persona no tenga muchas satisfacciones en esta vida
principalmente si se trata de consuelos materiales.
Pero si no percibimos o
rara vez experimentamos la presencia de Dios
es por nuestra culpa
porque no buscamos convertirnos a Él
abandonando vanidades y exterioridades.
4. Reconoce que no eres merecedor
de experimentar el afecto de Dios sinomás bien digno de muchas aflicciones.
Cuando alguien está más perfectamente urgido a la santidad entonces más pesado y amargo le parece todo el mundo.
La persona buena descubre dentro de sí
suficiente motivo de dolor y pena.
Porque ya se considere a sí o se preocupe del prójimo
sabe que nadie vive en éste mundo sin tribulación
y cuando más estrictamente se examina
más grande es su dolor.
Constituyen materia de justo dolor e intenso arrepentimiento
nuestros pecados y vicios
que nos tienen envueltos
por lo que rara vez somos capaces
de contemplar las realidades trascendentes.
5. Si reflexionaras con más frecuencia sobre tu propia
muerte en vez de como prolongar la vida no dudo
que con más entusiasmo te enmendarías.
Si examinas de corazón las penas futuras del infierno
o del proceso de purificación después de muerto
creo que con gusto soportarías los esfuerzos
y dolores
y no tendrías temor de ninguna exigencia.
Pero porque estas cosas no penetran en nuestro corazón
y todavía amamos la comodidad
por eso permanecemos desanimados y muy holgazanes.
Frecuentemente hay carencia espiritual
donde tanto se lamenta la miserable naturaleza.
Ruega pues humildemente al Señor porque como dijo
un profeta: “Les alimentaste con aflicciones
y les hiciste beber lágrimas” (Sal 80,6).

Capítulo: XXII
CONSIDERACIÓN DE LAS LIMITACIONES HUMANAS
1. Eres miserable donde sea que vayas y a quien quiera
que te dirijas
si no te conviertes a Dios.
¿Qué [sic] te desconciertas
cuando no te sucede conforme quieres y deseas?
¿Quién posee todas las cosas
según su voluntad?
Ni yo ni tú
ni ninguna otra persona sobre la tierra.
Ninguno permanece en este mundo
sin alguna tribulación o angustia
aunque sea Estadista o Prelado.
¿Quién es el que está mejor?
Por supuesto, el que está dispuesto a sufrir un pocopor Dios.
2. Dicen muchos ignorantes y endebles:
mira, qué buena vida se pasa esa persona,
qué rico, qué poderoso y de elevada posición;
pero presta atención a los regalos divinos
y verás que todos esos bienes intranscendentes
nada valen sino que son muy inestables, causan
graves agobios y nunca se poseen
sin preocupación y temor.
No consiste la felicidad del ser humano
en tener sobreabundancia de bienes materiales
sino que es suficiente una vida moderada.
Ya es bastante dificultoso vivir sobre la tierra.
Mientras uno más desee espiritualizarse
más amarga será para él la presente vida
porque siente mejor y más claramente
las faltas producidas por la corrupción de muchas personas.
Porque comer, beber, estar despierto, dormir, descansar,
trabajar y estar sometido a tantos condicionamientos
por las necesidades de la naturaleza humana
de verdad constituye gran limitación y
pesadumbre para quien sirve a Dios
y quisiera sentirse desligado y libre de toda
acción culpable.
3. Muy sobrecargado se encuentra el hombre interior
por las necesidades naturales en este mundo.
De ahí que el Profeta suplica con devoción
que pueda verse libre de ellas, diciendo:
“Arráncame, Señor,
de mis angustias” (Sal 25,17).
Infelices los que no reconocen su miseria
y más infelices los que prefieren esta vida
miserable y pervertida.
Porque existen tantos tan abrazados a ella
que con tal de poseer lo apenas indispensable,
ya sea
esforzándose o mendigando,
si les fuera posible, la pasarían sin atender para nada
al Reino de Dios.
4. ¡Qué insanos y de infiel corazón
los que tan profundamente se hallan sumergidos
en las preocupaciones inmediatas
que sólo son capaces de saborear los placeres
sensuales!
Pero finalmente estos infelices terminarán por reconocer
qué rastrero e inconsistente era lo que amaron.
Los santos de Dios y todos los auténticos amigos de Cristo
no atendieron a las satisfacciones de sus sentidos
ni a lo que florecía en esta vida
sino que con todo su esfuerzo e intención
anhelaban los bienes eternos;
orientaban todo su deseo
elevándolo a lo duradero e invisible
no fuera que el amor a las cosas visibles
viniera a traerlos abajo.
No pierdas, hermano, la confianza
de progresar en la vida espiritual:
todavía tienes tiempo y oportunidad.
5. ¿Por qué quieres postergar para mañana tu propósito?
levántate, empieza de inmediato y di:
Ahora es tiempo de actuar
Ahora es tiempo de luchar
Ahora es tiempo apto para reformarme
Cuando no te sientes bien y estás atribulado
entonces es tiempo de adquirir mérito.
Es necesario que pases a través de fuego y agua
antes que logres el descanso (Sal 66,12).
Si no empleas en ti tu propia fuerza
jamás dominarás los defectos.
Mientras conducimos nuestro frágil cuerpo
no podemos estar sin faltas ni vivir sin fastidio y dolor.
Con gusto quisiéramos descansar de toda deficiencia
pero debido a que hemos perdido la inocencia inicial
con ella se nos fue también la verdadera felicidad.
Por eso conviene tenernos paciencia
y vivir en la espera de la misericordia de Dios
hasta que acabe la malicia
y la mortalidad sea absorbida por la vida.
6. ¡Qué grande es la fragilidad humana
que siempre se inclina hacia lo malo!
Hoy día confiesas tus pecados y mañana los vuelves a cometer.
Ahora propones tener cuidado de ti mismo
y una hora después
actúas como si nada hubieras propuesto.
Con razón, pues, nosotros mismos podemos
avergonzarnos,
y jamás sentirnos grandes ya que somos tan
quebradizos e inestables.
Rápidamente puedes perder por descuido
lo que has adquirido con tan gran esfuerzo
por el favor de Dios.
7. ¿Qué irá a ser de nosotros al final
que nos hemos entibiado tan pronto?
Pobres de nosotros si queremos declinar hacia el descanso
cuando ni siquiera aparece en nuestro trato
alguna señal de verdadera santidad.
¡Qué bien nos haría ser de nuevo instruidos en óptimas
costumbres, como sencillos principiantes, si hubiera
alguna positiva esperanza de mayor provecho espiritual!

Capítulo: XXIII
REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE
1. Muy pronto se referirá a ti esta realidad:
mira bien en qué situación tan distinta te encontrarás.
Hoy día está una persona
y mañana no se presenta.
Cuando se aparta algo de la vista
muy pronto desaparece de la mente.
Por la rutina e insensibilidad de nuestras facultades
sólo tomamos en cuenta lo presente
y no prevemos más lo que vendrá después.
Así deberías conducirte en todas tus actividades y pensamientos
como si hoy mismo te fueras a morir.
Si hubiera tranquilidad en tu conciencia
no tendrías mucho temor a la muerte.
Mejor sería evitar los pecados que pretender
huir de la muerte.
Si hoy no te encuentras preparado ¿de qué modo loestarás mañana?
Mañana es día incierto ¿y qué sabes si tendrás mañana?
2. ¿Qué te aprovecha seguir viviendo cuando tan poco te enmiendas?
Una larga vida no siempre nos corrige
sino con frecuencia aumenta más las culpas.
¡Ojalá durante un solo día
nos hubiéramos comportado bien en este mundo!
Muchos cuentan los años que pasaron desde su propósito de conversión
y con frecuencia es muy pequeño
el fruto de su corrección.
Si nos aterroriza morir
puede ser más peligroso vivir.
Feliz quien tiene siempre ante sus ojos la hora de
su muerte
y diariamente se prepara a morir bien.
Si alguna vez viste a un hombre morir
piensa que por el mismo camino tendrás que partir.
3. Por la mañana, piensa que no alcanzarás la tarde
y cuando llegue la tarde, no te atrevas a prometerte la mañana.
Por eso mismo, manténte siempre listo
de tal manera que nunca te sorprenda la muerte sin preparación.
Muchos mueren súbita e imprevistamente
porque “a la hora que no se piensa vendrá el Hijo del hombre”
(Lc 12,40).
Cuando llegue esta última hora
empezarás a apreciar de forma muy distinta toda tu vida pasada
y sentirás gran dolor por haber sido tan negligente y pusilánime.
¡Qué feliz y juicioso
el que se esfuerza ahora en su vida
como ha elegido encontrarse al morir!
La valoración justa del mundo, el deseo entusiasta de progresar en las virtudes, el amor a la austeridad, esfuerzo de la autocorrección, la prontitud en obedecer,
la abnegación de sí mismos y el soportar cualquier contradicción
por amor de Cristo darán gran confianza a la hora de la muerte.
Pocos se perfeccionan con la enfermedad,
como los que hacen largas peregrinaciones y poco se santifican.
5. No confíes ciegamente en amigos y conocidos
ni difieras tu salvación para el futuro
porque más pronto te olvidarán las personas que estimas.
Mejor es ahora prever lo que sobrevendrá
y tener preparadas algunas buenas obras para ello
que estar esperanzado en el auxilio ajeno.
¿Si no eres solícito por ti mismo en el presente
quién se preocupará por ti en el futuro?
Ahora es el tiempo más valioso.
Ahora son los días de salvación.
Ahora es el tiempo aceptable.
Pero ¡qué lamentable! porque no lo gastas útilmente
pudiendo ganar en él para que vivas eternamente.
Llegará el momento cuando desearás un solo día o una sola hora
para enmendarte, y no sé si lo obtendrás.
6. Atiende, queridísimo amigo, de qué peligro te puedes librar
y de cuán gran temor te puedes sustraer
si ahora eres cuidadoso y estás como pendiente
de la muerte.
Estudia ahora vivir de tal manera
que en la hora de la muerte puedes más bien alegrarte
que temer.
Aprende ahora a morir para este mundo
de manera que empieces a vivir con Cristo.
Aprende ahora a despreciar las cosas
para que logres libremente alcanzar a Cristo.
Domina ahora tu cuerpo con la austeridad
para que puedas tener confianza cierta.
7. ¡Necio! Piensas vivir largo tiempo
y no tienes asegurado un solo día.
¡Cuántos quedaron frustrados
porque se les arrancó de aquí inesperadamente!
Cuántas veces habrás escuchado decir
que uno murió por arma blanca, otro se ahogó, éste
se cayó desde lo alto y se rompió el cuello, otro comiendo se quedó tieso, aquél otro jugando encontró su fin, otro por causa del juego, otro por el hierro, otro por epidemia, otro a manos de delincuentes.
Así, el fin de todos es morirse,
y la vida de las personas pasa de pronto como una sombra.
8. ¿Quién te recordará después de la muerte
y quién orará por ti?
Realiza, realiza ahora, queridísimo hermano,
lo que puedas realizar,
porque no sabes cuando morirás
ni qué pasará en tu casa después que mueras.
Mientras tengas tiempo;
reúne riquezas inmortales;
fuera de tu salvación, nada pienses
y cuida solamente de lo que corresponde a Dios.
Hazte ahora de amigos venerando a los santos de Dios
e imitando sus acciones para que cuando debas abandonar
ésta vida, te reciban ellos en las eternas mansiones.
9. Manténte como peregrino y visitante sobre la tierra
a quien nada le importa los manejos del mundo.
Mantén liberado tu corazón
y siempre levantado hacia Dios
porque no posee aquí ciudad permanente.
Dirige a Él tus oraciones con llamados angustiosos y lágrimas cotidianas, para que merezcas pasar con felicidad
hacia Dios, a través de tu muerte. Amén.

Capítulo: XXIV
JUICIO Y CASTIGOS DE LOS PECADORES
1. Dirige tu mirada al fin en todas las cosas
y de qué manera comparecerás ante el juez justísimo
para quien nada está oculto
ni se deja aplacar con sobornos, ni acepta excusas
sino que, como justo juez, juzgará.
Tú, pecador miserable y tonto,
¿qué responderás a Dios que conoce todas tus maldades
tú que a veces tienes miedo del rostro airado de un simple hombre?
¿Por qué no te previenes para el día del juicio
cuando ninguno podrá disculparse o alegar por otro
sino que cada uno tendrá bastante con llevar su propio peso?
Ahora es fructífera tu labor, tu llanto es aceptable,
atendibles tus gemidos, tu dolor
compensatorio y purificador.
2. Tiene un lugar grande y saludable de purificación la persona
paciente que al recibir injurias sin motivo
le apena más la malicia del otro que su propia ofensa,
que ruega a Dios voluntariamente por quienes lo contrarían,
de corazón perdona los agravios
que no se demora en pedir perdón a otros,
más fácilmente se compadece que monta en cólera,
con frecuencia dirige su misma violencia hacia sí
y se empeña en dominar bajo el yugo de su espíritu
las tendencias deshonestas de su naturaleza.
Mejor es ahora limpiarse de pecados y cortar las
costumbres depravadas que reservar para el
futuro su expiación.
Verdaderamente nosotros mismos nos engañamos
por el desarreglado afecto que tenemos a nuestros malos impulsos.
3. ¿Qué cosa distinta a tus pecados devorará ese fuego?
Mientras más ampliamente te disculpas ahora a ti mismo
y sigues tus inclinaciones deshonestas,
con mayor intransigencia se te exigirá que pagues
y más material reservas para que arda.
En lo que peque la persona,
en eso será más gravemente castigada.
Allí los perezosos serán estimulados con punzonesardientes
y atormentados los glotones con inmensa
sed y hambre.
Allí los lujuriosos y amantes deshonestos de placeres serán zambullidos en asfalto ardiente y pestífero azufre;
los envidiosos aullarán de dolor como perrosrabiosos.
4. No habrá maldad que no reciba su castigo específico.
Allí todos los altaneros quedarán repletos de vergüenza
y restringidos los avaros por miserable indigencia.
Allí será más grave pasar una hora de sufrimiento
que aquí cien años de penitencia amarguísima.
Allí no hay ningún descanso, si [sic] el menor consuelo
para los condenados.
aquí sin embargo cesan los sufrimientos de vez en cuando
y se puede gozar la satisfacción de la amistad.
Ten ahora cuidado y arrepiéntete de tus faltas
para que el día del juicio estés seguro con los santos.
Porque entonces estarán los justos de pie y sin temor
ante quienes los angustiaron y hundieron (Sb 5,1).
5. Entonces se sentará a juzgar
quien ahora se somete con humildad a los juicios de los hombres.
Entonces tendrá gran confianza el pobre y humilde
pero el arrogante estará aterrado por todas partes.
Entonces se hará patente que el auténtico sabio en este mundo
fue el que aprendió a aparecer como tonto y despreciado por Cristo.
Entonces se alegrarán todas las personas devotas
y se entristecerán todos los irreligiosos.
Entonces se animará más el cuerpo que sufrió privaciones
que si siempre se hubiera nutrido con delicias.
Entonces resplandecerá la ropa modesta
y se oscurecerán los finos vestidos.
Entonces se valorizará más la vivienda pobre
que el palacio recubierto de oro.
Entonces más ayudará la constante paciencia
que todo el poderío del mundo.
Entonces será más encomiada la simple obediencia
que los profundos conocimientos.
Entonces se ponderará más el desprecio de las riquezas
que todos los tesoros de la tierra.
Entonces te aliviará más haber orado con dedicación
que haber comido exquisitamente.
Entonces te gozarás más de haber respetado el silencio
que de largas habladurías.
Entonces valdrán más las actividades santas
que muchas bellas palabras.
Entonces satisfará más la vida austera y la ardua penitencia
que todos los deleites de la tierra.
6. Aprende ahora a sufrir moderadamente
para que puedas liberarte de sufrimientos mayores.
Prueba aquí primero de lo que serás capaz después.
Si ahora puedes soportar tan poco
¿Cómo podrás aguantar las torturas eternas?
Si al presente sobrellevas tan impacientemente un breve padecimiento
¿qué hará entonces el infierno?
La verdad es que no puedes tener dos gozos completos:
deleitarte aquí en el mundo y después reinar con Cristo.
Si hasta el día de hoy hubieras vivido en medio dehonores y libertinaje
y te llegara el momento de morir
¿de que te habría servido?
Todo, por tanto, es vaciedad
fuera de amar y servir a Dios.
Quien ama a Dios con todo su corazón
no teme a la muerte, ni a los suplicios, ni al juicio [sic]
ni al infierno
porque el perfecto amor nos da seguro acceso a Dios.
No extrañe que quien insiste en deleitarse y
en pecar esté asustado por la muerte y el juicio.
Bueno es, con todo, que si el amor no nos aparta del mal,
por lo menos el miedo al infierno nos cohiba.
Porque el que pospone el temor a Dios, no puede
durar mucho tiempo obrando bien
sino que caerá pronto en las trampas del demonio.

Capítulo: XXV
PERMANENTE REFORMA DE TODA NUESTRA VIDA
1. Sé atento y cuidadoso en servir a Dios
y medita con frecuencia: ¿A qué has venido?
¿Por qué te has retirado del mundo?
¿Acaso no fue por vivir para Dios y transformarte en
persona del Espíritu?
Anímate, pues, a progresar
porque pronto vas a recibir el premio de tus esfuerzos,
y no habrá para ti más temor ni dolor al final.
Ahora trabajarás poco
y encontrarás magnífico descanso y perpetua alegría.
Si te mantienes fiel y entusiasta en tus acciones
Dios, sin duda, será más fiel y generoso en retribuirte.
2. Cierta persona sufría gran angustia
fluctuando frecuentemente entre el miedo y la confianza;
un buen día, cargado de tristeza,
se arrojó delante de un altar en la Iglesia para orar
y revolviendo dentro de sí los pensamientos, decía [sic]
“Si supiera por cuánto tiempo más
iré a perseverar en el servicio de Dios...”
Al instante escuchó interiormentela respuesta divina:
“Sabiendo esto ¿cómo tecomportarías?
Haz ahora lo que harías entonces y estarás bien seguro”.
A partir de ahí, consolado y reconfortado
se ofreció a la voluntad divina
y cesó la angustia y confusión.
No quiso investigar con curiosidad para saber
qué pasaría con él en el futuro
sino más bien se preocupó de inquirir cuál sea la
perfecta y satisfactoria voluntad de Dios (Rm 12,2)
para empezar y completar toda buena obra.
3. “Confía en el Señor y haz el bien, dice el salmista,
habita tu tierra y serás alimentado con sus riquezas” (Sal 37,3).
La causa principal por la que muchos se retraen
de su progresiva y animosa reforma
es el horror a las dificultades y al esfuerzo del combate.
Por eso, progresarán más que otros en las virtudes cristianas
quienes empleen todas sus energías en vencer valerosamente
lo que más les dificulta y contraría.
Porque allí cada uno aprovecha más, y merece gracias más amplias
donde se vence más a sí mismo y se mortifica por el Espíritu.
4. Pero no todos tienen que vencer y mortificar lo mismo.
Sin embargo, el aplicado y con espíritu de competencia
será más valeroso en su aprovechamiento,
aunque tenga fuertes pasiones
que otro de temperamento tranquilo
menos fervoroso para las virtudes.
Dos cosas ayudan especialmente para una profunda reforma
sustraerse con violencia de todo aquello a que
nos inclina nuestra naturaleza desviada
y perseguir con ardor el bien que más nos hace falta.
Procura también precaver y vencer
lo que más frecuentemente te desagrada en los demás.
5. En todas partes procura tu perfeccionamiento
de manera que si ves o escuchas buenos ejemplos
puedas llegar a imitarlos.
Si encuentras algo reprensible cuídate de no hacerlo igual.
O si alguna vez lo hiciste
inmediatamente dedícate a corregirlo.
Así como tus ojos miran a los demás
igualmente los otros se fijan en ti, [sic]
¡Qué feliz y grato es contemplar a los hermanos
entusiastas y devotos
condescendientes y disciplinados!
¡Qué triste y pesado es ver que van de aquí para allá,
sin objetivo
los que no realizan aquello para lo que fueron llamados!
¡Qué dañino es despreciar el propósito de su vocación
y dirigir sus facultades a lo que no se les encomendó!
6. Acuérdate de la decisión que asumiste
y propónte como modelo al Crucificado.
Bien puedes avergonzarte,
contemplando la vida de Jesucristo
que hasta ahora no te preocupaste
de imitarlo más a Él
aunque hace largo tiempo que estás en el camino de Dios.
La persona religiosa que con dedicación y devoción
trate de ejercitarse en la vida y pasión del Señor,
encontrará que le son útiles y necesarias mayormente
y que no le es posible encontrar nada mejor fuera de Jesús.
¡Si Jesús crucificado viniera a nuestro corazón
qué pronto y suficientemente seríamos enseñados!
7. El ferviente religioso
sabe recibir bien y aceptar
todo lo que le mandan.
El negligente y tibio
tiene una aflicción sobre otra
y de todas partes padece angustias
porque carece de las alegrías interiores
y le está prohibido buscar las exteriores.
El religioso que vive fuera de la disciplina
está cerca de caer gravemente.
Quien busca la relajación y las dispensas
siempre estará entre angustias
porque lo uno o lo otro le descontentará.
8. ¿Cómo hacen tantos otros religiosos
que se encuentran muy satisfechos bajo la disciplina conventual?
Salen rara vez, viven abstraídos, comen pobremente,
se visten con sencillez, trabajan mucho, hablan poco [sic]
pasan la noche en vela, madrugan, tienen largas horas de oración,
estudian frecuentemente y se mantienen en perfecto orden.
Fíjate en los cartujos, los cisterciences y en los monjes o monjas
de las diversas órdenes religiosas
cómo cada noche se levantan para recitar salmos al Señor.
Y por eso sería una torpeza de tu parte,
que holgazanearas en tiempo tan santo
mientras tan gran multitud de religiosos
inicia su jubilosa alabanza a Dios.
¡Ojalá ninguna otra cosa nos correspondiese
sino alabar a Dios Nuestro Señor
con todo el corazón y los labios!
¡Ojalá nunca tuvieras necesidad
de comer, ni beber, ni dormir
sino que siempre te fuera posible alabar a Dios
y estar libre para dedicarte solamente a las realidades espirituales!
Entonces serías mucho más feliz que ahora
que te ves obligado a atender a tu naturaleza humana
por cualquier necesidad.
¡Ojalá no tuvieras estas necesidades
sino únicamente alimentos para el espíritu
que desgraciadamente rara vez saboreamos lo suficiente!
9. Cuando alguien llega a este punto,
de no buscar su satisfacción en ninguna criatura
entonces empieza recién a sentir a Dios perfectamente,
y a estar contento de cualquier cosa que suceda.
Entonces no se entusiasma por lo grandioso
ni se deprime por lo pequeño
sino que íntegra y confiadamente se pone en manos de Dios
quien es todo para él en todas las cosas
para el que nada se pierde, ni muere
sino que todo vive en Él
y le sirve al instante según su Voluntad.
10. Acuérdate siempre del Fin
porque el tiempo perdido no vuelve.
Sin atención y diligencia
nunca adquirirás las virtudes.
Si empiezas a entibiarte,
empiezas tu mal proceder.
En cambio, si te entregas con calor al servicio de Dios
encontrarás gran paz y sentirás menos el esfuerzo
por el favor de Dios y el amor a la virtud.
La persona ardorosa y diligente
está preparada para todo.
Mayor esfuerzo hace falta
para resistir los vicios y pasiones adversas
que para desarrollar el trabajo físico.
Quien no evita los defectos pequeños,
poco a poco caerá en los grandes.
Te alegrarás siempre al anochecer
si has empleado el día provechosamente.
Vigílate tú mismo, anímate tú mismo, corrígete tú mismo
y hagan lo que hagan los demás
no te descuides de ti mismo.
Tanto progresarás
cuanto contigo mismo ejercites tu energía. Así es.

© Copyright 2011. BIBLIOTECA ELECTRÓNICA CRISTIANA -BEC- VE MULTIMEDIOS™. La versión electrónica de este documento ha sido realizada por VE MULTIMEDIOS - VIDA Y ESPIRITUALIDAD. Todos los derechos reservados.