PARTE SEGUNDACONSEJOS PARA LA VIDA DE DIOS EN NOSOTROS
Capítulo: I
LA COMUNICACIÓN INTERIOR
1. “El Reino de Dios está entre ustedes” (Jn 17,21), dice el Señor.
Conviértete de todo corazón al Señor
abandona las maldades de éste mundo
y tu vida encontrará reposo.
Aprende a menospreciar los intereses exteriores,
entrégate a los interiores y verás que el Reino de Dios llega a ti.
Porque el Reino de Dios es paz y alegría con el
Espíritu Santo (Rm 14,17)
que no se da a los faltos de piedad.
Cuando Cristo venga a ti, te mostrará su amor
siempre que encuentre allí dentro un hogar preparado.
Todo esplendor y belleza se encuentra dentro
y ahí le gusta entrar.
Frecuentemente visita a la persona de vida interior
le conversa suavemente, le manifiesta su afecto,
mucha paz y maravillosa intimidad.
2. Anímate, buen amigo, prepara tu corazón al Señor
para que condescienda en venir a ti y habitar en ti.
Por eso dice: “Si alguno me ama, seguirá mis enseñanzas;
mi Padre y yo vendremos a él y viviremos con él” (Jn 14,23).
Dale sitio a Jesús
y niégales el ingreso a todos los demás.
Cuando tengas a Cristo
serás rico y con él tendrás suficiente.
Él se encargará de ti y será tu fiel proveedor en todo
para que nada tengas que esperar de los demás.
Las personas cambian mucho y fallan rápidamente
pero Cristo permanece para siempre y se mantiene firme hasta el fin.
3. No debe ponerse mucha confianza en seres frágiles y mortales,
aunque nos sean útiles o muy queridos
ni nos debe entristecer demasiado
si algunas veces se nos enfrentan o contradicen.
Quien hoy está contigo,
mañana puede serte contrario, y viceversa;
con frecuencia cambian como el viento.
Pon toda tu confianza en Dios
y que Él sea siempre tu temor y tu amor.
El mismo responderá por Ti
y te hará bien, de la mejor manera.
No tienes aquí residencia permanente
y por donde vayas serás extranjero y peregrino
ni tendrás el menor reposo
a menos que estés unido íntimamente a Cristo.
4. ¿Qué miras a tu alrededor
si no es éste el lugar de tu descanso?
En el cielo debe estar tu habitación
y observar como de paso las realidades creadas.
Pasan todas las cosas
y tú juntamente con ellas.
Atiende a no adherirte a ellas
no suceda que te apresen y perezcas.
Junto al Altísimo debe estar tu pensamiento
y dirigirse sin cesar tu invocación a Cristo.
Si no sabes especular sobre las altas realidades del Cielo
descansa pensando en la pasión de Cristo
y habita gustoso en sus sagradas llagas.
Si te refugias con devoción
en las heridas y preciosos estigmas de Jesús
te sentirás muy reconfortado en las aflicciones,
no te preocuparás tanto de los desplantes que te hagan
y podrás soportar fácilmente las palabras hirientes.
5. Cristo fue despreciado por muchos mientras vivió en la tierra
y, en medio de ofensas, fue abandonado por sus
conocidos y amigos
cuando tenía de ellos mayor necesidad.
Cristo aceptó sufrir y ser despreciado
¿y tú te atreves a quejarte de alguna cosa?
Cristo tuvo adversarios y contradictores
¿y tú pretendes que todos te sean amigos y benefactores?
¿Cómo va a premiarse tu paciencia
si nada adverso te ocurre?
Si no quieres sufrir nada que te moleste
¿cómo llegarás a ser amigo de Cristo?
Sopórtate con Cristo y por Cristo
si quieres reinar con Cristo.
6. Si alguna vez, al menos,
penetrases perfectamente en el interior de Jesús
y saboreases un poquito de su encendido amor
entonces dejarías de prestar atención
a tus propias comodidades o incomodidades
alegrándote más bien de soportar ofensas
porque el amor de Jesús hace que las personas
se den menos importancia a sí mismas.
El que ama a Jesús y a la Verdad,
y sinceramente aprecia su vida interior
manteniéndose libre de condicionamientos alienantes
puede también libremente comprometerse con Dios,
elevarse espiritualmente por encima de sí mismo
y descansar con gran alegría.
7. Quien aprecia las cosas como son,
no como se dice o se considera,
es, de verdad, un sabio
y más instruido por Dios que por cualquier persona.
Quien sabe conducirse dentro de sí,
y darle su justo valor a las cosas exteriores
no requiere lugar o tiempo determinado
para dedicarse a los ejercicios que lo llevan a Dios.
La persona de vida interior pronto se recoge dentro de sí
porque nunca se desparrama totalmente al exterior.
No le causa problema el trabajo ordinario
o las ocupaciones correspondientes al tiempo indicado
sino que sabe acomodarse a ellas tal como vienen.
Quien está bien dispuesto y organizado interiormente
no le da importancia a los hechos famosos o perversos
de los otros.
Porque cualquiera puede sufrir impedimentos y distracciones
en la medida que se deja atraer por las cosas.
8. Si te comportases rectamente y de verdad fueses puro
todo se convertiría para ti en beneficio y provecho.
Por eso muchas cosas te desagradan y con frecuencia te confunden [sic]
porque aún no te has mortificado perfectamente
ni te has liberado de tantos intereses rastreros.
Nada mancha ni compromete así nuestro corazón
como el amor inconveniente a lo creado.
Si desatiendes las satisfacciones exteriores,
podrás contemplar las realidades divinas
y alegrarte interiormente con frecuencia.
Capítulo: II
HUMILDE SUJECIÓN
1. No estés demasiado pendiente
de lo que te suceda a favor o en contra
sino busca y procura
que Dios esté contigo en todo lo que haces.
Ten la conciencia en paz y Dios te defenderá bien.
Porque a quien El quiere ayudar
ninguna maldad le puede dañar.
Si tú sabes callar y sufrir
sin duda verás venir el auxilio de Dios.
El sabe bien cuándo y cómo liberarte
y por eso te debes someter.
A veces es muy conveniente, para defensa de tu propia humildad,
que otros conozcan y discutan nuestros defectos.
2. Cuando alguno reconoce sus defectos
aplaca con facilidad a los otros
y suavemente satisface a los airados contra él.
Al humilde, Dios protege y libera
al humilde ama y consuela.
Al humilde, Dios se inclina
al humilde concede su mayores favores
y después de su depresión, eleva hasta la Gloria.
Al humilde le revela sus secretos
y lo atrae e invita dulcemente hacia sí.
El humilde, luego de reconocida su falta,
se encuentra felizmente en paz
porque se mantiene firme en Dios y no en el mundo.
No creas que algo aprovechaste
mientras no te sientas el último de todos.
Capítulo: III
BONDAD Y PAZ
1. Ponte primero a ti mismo en paz
y podrás después pacificar a otros.
La persona pacífica se perfecciona más
que la que mucho sabe.
La persona alterada convierte el bien en mal
y con más facilidad cree lo malo.
La persona buena y pacífica todo lo convierte en bien.
Quien vive bien en paz
de nadie sospecha.
En cambio, quien está lleno de maldad y trastornado
es agitado por variadas suspicacias.
Ni él se está tranquilo
ni permite que otros lo estén.
Dice con frecuencia lo que no debería decir
y omite hacer lo que más le convendría.
Piensa en las obligaciones de los demás
y se descuida de las propias.
Interésate primero por ti mismo
y luego podrás, con justicia, interesarte por lo demás.
2. Tú sí que sabes bien disculpar y colorear tus acciones
y no quieres recibir las disculpas de los otros.
Sería más justo que tú mismo te acusaras
y excusaras a tu hermano.
Si quieres que te soporten,
soporta tú a los demás.
Fíjate qué lejos estás todavía
de la auténtica caridad y humildad
que con nadie sabe encolerizarse ni indignarse
sino contra sí mismo.
No es gran cosa relacionarse con personas buenas y tranquilas;
esto, naturalmente, le agrada a cualquiera
y cada uno de buena gana vive en paz
con quienes piensan como él, y lo estiman.
Pero poder permanecer pacíficamente
con los toscos, perversos, descontrolados,
o con quienes nos contrarían
es una gracia muy especial
y una actitud de verdad valiente y digna de alabanza.
3. Hay quienes viven en paz consigo mismos
y procuran vivir en paz con los demás.
Y hay quienes ni tienen paz consigo mismos
ni permiten que los demás la tengan.
Son pesados para los demás
pero son más pesados para sí.
Y hay quienes saben conservarse en paz
y procuran pacificar a los otros.
Sin embargo, toda nuestra paz,
en ésta difícil existencia
debe establecerse más en la sencilla tolerancia
que evitando sentir las contrariedades.
El que mejor sabe padecer
mayor paz adquirirá.
Éste es el vencedor de sí mismo y dominador del mundo,
el amigo de Cristo y heredero de los bienes eternos.
Capítulo: IV
PUREZA EN LA MENTE Y SINCERIDAD EN LA INTENCIÓN
1. Mediante dos alas las personas se elevan
sobre las limitaciones humanas:
ellas son la sinceridad y la pureza.
Sinceridad debe haber en la intención,
pureza en los afectos.
La sinceridad orienta hacia Dios
la pureza lo abraza y aprecia.
Ninguna buena acción te obstaculizará
si estás libre interiormente de afectos desordenados.
Si nada intentas ni deseas fuera de la voluntad de Dios
y la utilidad de tu prójimo
podrás gozar enteramente de la libertad interior.
Si tu corazón fuese recto
entonces toda la naturaleza
sería para ti espejo de vida y libro de santa enseñanza.
No existe ninguna criatura tan pequeña o tan vulgar
que no represente de alguna manera la bondad de Dios.
2. Si tú fueses interiormente bueno y puro
entonces verías y comprenderías bien, sin impedimento todas las cosas.
El corazón puro atraviesa el Cielo y el Infierno.
Según cada uno es interiormente,
de la misma manera juzga el exterior.
Si existe alegría en este mundo
es porque hay personas de corazón puro.
Si existe en alguna parte pena y angustia
es donde habita la mala conciencia.
Como el hierro enrojece cuando lo meten en el fuego
y se pone todo candente
así la persona que íntegramente se convierte a Dios
se desentorpece y transforma renovándose.
3. Cuando alguno comienza a desanimarse
entonces le tiene miedo al esfuerzo
y con gusto recibe las compensaciones exteriores.
Pero cuando empieza a dominarse perfectamente a sí mismo
y caminar con ánimo por el camino de Dios
entonces se le hacen livianas las cosas que creía pesadas.
Capítulo: V
CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
1. No podemos confiar excesivamente en nosotros mismos
porque con frecuencia nos falta la gracia y el criterio.
Poca lucidez hay en nosotros
y ésta, muy pronto por negligencia, la perdemos.
Muchas veces se nos pasa inadvertido
lo ciegos que estamos interiormente.
Muchas veces actuamos mal
y peor lo disculpamos.
A veces nos motivan las pasiones
y estimamos que es afán por servir a Dios.
Reprendemos a los otros por pequeñeces
y pasamos tranquilamente sobre nuestras grandes fallas.
Pronto sentimos y ponderamos
lo que tenemos que soportar de los demás
y no nos damos cuenta de lo mucho que los otros nos soportan.
Quien bien y justamente califica lo propio
no encontrará nada grave de juzgar en el otro.
2. La persona atenta a su vida en Dios
antepone su propia vigilancia a la de los demás.
Y quien se reconoce a sí mismo con atención
con facilidad prefiere callar lo que corresponde a otros.
Nunca serás persona interior y consagrada
a menos que silencies lo ajeno
y te examines especialmente a ti mismo.
Si te orientas totalmente hacia Dios y hacia ti mismo
muy poco te moverá lo que percibas de fuera.
¿Dónde estás, cuando no estás presente a ti mismo?
Y cuando terminaste de recorrer todo, olvidado de ti
¿qué aprovechaste?
Si deseas tener paz y unión verdadera
conviene que pospongas todo hasta aquí
y tengas ojos solamente para ti.
3. Así que mucho progresarás
si procuras conservarte desobligado de lo inmediato.
Mucho decaerás
si juzgas dignos de tu total preocupación los asuntos pasajeros.
Nada te sea grandioso, ni elevado, ni agradable, ni aceptable
salvo puramente Dios o lo que sea de Dios.
Considera totalmente insustancial
cualquier satisfacción que te venga de las criaturas.
El alma amante de Dios
desprecia todas las cosas si falta Él.
Sólo Dios, eterno e inmenso, que llena todo,
es placer del espíritu y verdadera alegría del corazón.
Capítulo: VI
ALEGRÍA DE LA BUENA CONCIENCIA
1. Orgullo de la persona buena
es el testimonio de su buena conciencia (2Co 1,12).
Ten buena conciencia
y encontrarás siempre alegría.
La buena conciencia muchísimas cosas puede sobrellevar
y muy alegre está entre las adversidades.
Descansarás tranquilo
si tu corazón no te reprende.
No te alegres
sino cuando actúes correctamente.
Los malos nunca poseen verdadera alegría
ni sienten verdadera paz interior
porque “no está la paz con los faltos de piedad”, dice el Señor (Is 48,22).
Y si llegaran a decir: “Estamos en paz,
no nos ocurrirá nada malo, ¿quién se atreverá a dañarnos?”,
no les creas
porque de repente se levanta la cólera de Dios
y se convertirán en nada sus actos
y sus pensamientos perecerán.
2. Enorgullecerse en la tribulación no es difícil para los amantes
porque esto significa enorgullecerse en la cruz del Señor.
Es muy limitado el reconocimiento
que se da y recibe de personas.
El reconocimiento del mundo
siempre viene acompañado de tristeza.
El orgullo de las personas debe afincarse en sus conciencias,
no en la boca de los demás.
La alegría de los santos proviene de Dios y está en Dios
y su satisfacción es la verdad.
El que desea verdadera y eterna felicidad
no busca las temporales atenciones.
Y el que requiere la gloria temporal
o no la menosprecia de corazón
demuestra que ama menos a Dios.
Tiene gran tranquilidad de espíritu
quien no se altera por alabanzas o desprecios.
3. Fácilmente estará contento y pacificado
quien tenga la conciencia limpia.
No eres más santo si te alaban
ni más pecador si te insultan.
Lo que eres, eso eres
ni vales más aunque lo digan,
que cuanto Dios dice que vales.
Las personas ven la cara
el Señor mira el corazón (1Sam 16,7).
Las personas consideran los actos
el Señor penetra en la intención.
Es indicio de humildad de espíritu
actuar siempre con honestidad
y no autovalorarse exageradamente.
No aceptar consolarse con las atenciones de los demás
es señal de gran pureza e interna confianza.
Quien no requiere testimonios exteriores en favor suyo
está demostrando que se ha entregado totalmente a Dios.
No queda aprobado quien se recomiende a sí mismo
sino aquel a quien Dios reconoce, dice el Apóstol Pablo (2Co 10,18)
Avanzar con Dios dentro de sí y no dejarse condicionar
por ningún afecto extraño, es la vida de la persona interior.
Capítulo: VII
AMOR A JESÚS SOBRE TODO LO DEMÁS
1. Feliz quien sabe lo que significa querer a Jesús
y darse menos importancia a sí mismo por Jesús.
Conviene abandonar lo amado por el Amado
porque Jesús desea que lo quieran sobretodo.
El amor a otras personas u objetos es engañoso e inestable
el amor a Jesús es fiel y permanente.
Quien se adhiere a otras personas u objetos, por su debilidad, caerá con ellos
quien se abraza con Jesús se asegurará con Él para siempre.
Ama a Jesús y retenlo como amigo;
aunque todos te abandonen
Él no te abandonará ni dejará que te pierdas al final.
De todos es necesario separase alguna vez, quieras o no.
2. Retén contigo a Jesús, en la vida o en la muerte,
y confíate en su fidelidad
porque solo Él te puede ayudar
cuando todos te falten.
Por ser quien es, Jesús no quiere admitir a nadie más
sino quiere tener tu corazón Él solo
y, como un rey, acomodarse en su propio trono.
Si supieras liberarte bien de todo lo que te retiene Jesús, con gusto, deberá habitar contigo.
Descubrirás que vas a perder totalmente lo que pongas en los otros,
fuera de Jesús.
No te confíes ni te apoyes en cañas huecas
porque las cosas creadas son caducas como la flor silvestre.
Pronto te decepcionarás,
si atiendes solamente a la apariencia de las personas.
Si buscas tu tranquilidad y ganancia en los demás
con frecuencia saldrás perdiendo.
Si en todo buscas a Jesús
hallarás a Jesús, por supuesto.
Pero si sólo te buscas a ti mismo
también te encontrarás, pero para tu mal.
Porque más daño ocasiona uno a sí mismo
si no busca a Jesús
que el daño que el mundo entero y todos sus enemigos
le pueden hacer.
Capítulo: VIII
JESÚS, AMIGO INTIMO
1. Cuando está Jesús presente, todo es conforme
y nada parece difícil.
Pero cuando Jesús no está
todo se hace muy duro.
Cuando Jesús no nos habla interiormente
el consuelo es miserable.
Pero si Jesús nos dice tan sólo una palabra
sentimos enorme alegría.
¿Acaso María de Betania no se levantó de inmediato
del lugar donde estaba llorando
cuando su hermana Marta le dijo:
“El Maestro está aquí, y te llama”?
¡Qué momento tan feliz
cuando Jesús nos llama de las lágrimas al gozo espiritual!
¡Qué seco y duro eres sin Jesús!
¡Qué ignorante y vacío
si anhelas algo fuera de Jesús!
Dime ¿Acaso no te hace eso mayor daño
que si perdieras todo el mundo?
2. ¿Qué puede darte el mundo entero sin Jesús?
Estar sin Jesús es un infierno
estar con Jesús es la mayor felicidad.
Si estuviera contigo Jesús
ningún enemigo podría dañarte.
El que encuentra a Jesús, encuentra un gran tesoro,
realmente encuentra lo máximo
y el que pierde a Jesús
pierde muchísimo más que todo el mundo.
Pobrísimo es quien vive sin Jesús
y muy rico quien está bien con Jesús.
3. Saber conversar con Jesús es todo un arte
y saber retener a Jesús es gran discernimiento.
Sé sencillo y pacífico
y estará contigo Jesús.
Sé generoso con Dios y ecuánime
y permanecerá contigo Jesús.
Pronto puedes hacer huir a Jesús y perder su gracia
si te inclinas hacia las cosas externas que te son inconvenientes.
Si haces huir a Jesús, y lo pierdes
¿a dónde irás? ¿a quién entonces vas a buscar como amigo?
Sin un amigo no puedes vivir contento
y si Jesús no fuera para ti el más íntimo amigo
estarás muy triste y desolado.
Es mejor elegir que todo el mundo esté en nuestra contra
a ofender a Jesús.
Entre todos los que quieres
debe ser Jesús el predilecto.
4. Debemos amar a todos por Jesús;
a Jesús, por sí mismo.
Sólo a Jesús debemos amar singularmente
ya que sólo Él es bueno y fiel
por encima de todos los amigos que puedes encontrar.
Por causa de Él, y en Él
deben ser queridos para ti
tanto los amigos como los enemigos
y por todos hay que rezar
para que todos conozcan a Jesús, y lo amen.
Nunca desees que te reconozcan y te amen exclusivamente
porque esto sólo corresponde a Dios
que no tiene a nadie similar a Él.
Ni anheles que alguien ocupe totalmente su corazón contigo
ni te dejes poseer por el amor de alguno
sino que Jesús esté en ti y en toda persona buena.
5. Manténte puro y libre interiormente
sin comprometerte íntegramente en nada.
Te conviene entregar a Dios el corazón desapegado y puro
si quieres consagrarte a Él y constatar
qué hermoso es el Señor.
Y realmente no lograrás esto
si su gracia no te avisa y atrae
de manera que dejando y despidiendo a todos
sólo te unas con el Solo [sic].
Cuando la gracia de Dios viene al individuo
entonces se hace poderoso para todo
y cuando lo abandona,
entonces se vuelve pobre y enfermizo
y como abandonado a su tristeza.
En estas cosas no debes desanimarte ni desesperarte
sino mantenerte sereno en la voluntad de Dios
y soportar todo lo que venga en honor a Jesucristo
porque después del invierno sigue el verano
después de la noche viene el día y pasada la tormenta llega gran serenidad.
Capítulo: IX
CARENCIA DE TODA SATISFACCIÓN
1. No es penoso desestimar las satisfacciones humanas
cuando están presentes las divinas.
Grandioso es, y muy grandioso
sufrir la carencia de satisfacciones sensibles,
humanas y divinas
y querer soportar gustosamente este abandono del corazón
en homenaje a Dios
y no tener en cuenta el propio mérito.
¿Qué tiene de maravilloso
sentirte risueño y bien dispuesto
cuando experimentas la presencia de Dios?
Cualquiera escogería esta situación.
Muy cómodamente viaja
quien es transportado por la gracia de Dios.
¿Y qué tiene de admirable que no sienta su carga
quien es llevado en peso por el Todopoderoso
y conducido por el supremo Conductor?
2. Con gusto tenemos algún pasatiempo
y difícilmente la persona se quita de sí misma.
El santo mártir Lorenzo venció al mundo
y al natural afecto que tenía por su sacerdote
porque le parecía despreciable
lo que muchos consideran gratificante
y sufrió con paciencia, por amor a Cristo
que le quitaran a Sixto, sacerdote de Dios,
a quien tanto estimaba.
En este caso, el amor al Creador superó el amor humano
y en vez del gusto de los hombres
eligió mejor la aprobación de Dios.
Igualmente, por amor a Dios
aprende tú a dejar algún pariente o amigo querido
y no lleves a mal cuando ellos te abandonen
sabiendo que, por último, a todos nos corresponde
abandonarnos mutuamente.
3. Seria y continuamente le conviene a cada uno
luchar contra sus tendencias maliciosas
antes que aprenda a superarse plenamente
y orientar todos sus afectos hacia Dios.
Cuando la persona se apoya sólo en sí misma
con frecuencia decae buscando satisfacciones inmediatas.
Pero el auténtico amante de Jesús
y preocupado seguidor de sus ejemplos
no se deja consolar fácilmente
ni busca tales placeres sensibles
sino que está dispuesto a efectuar exigentes ejercicios
y realizar difíciles trabajos por amor a Cristo.
4. Cuando Dios nos otorga la alegría espiritual
debemos acogerla con agradecimiento
porque se trata de un regalo suyo
y no del premio a nuestros esfuerzos.
No te agrandes, ni te goces exageradamente ni presumas sin razón
sino sé más bien sencillo, en razón del obsequio,
más cauto y respetuoso en todos tus actos
porque pasará ese momento dichoso
y sobrevendrá la tentación.
Cuando te quiten el consuelo, no te desesperes de inmediato
sino que con humildad y paciencia,
aguarda la visita del Señor
porque Dios es poderoso
y puede pronto restituirte el consuelo.
Esto no es nuevo ni extraño
para los expertos en el camino de Dios
porque en los santos más grandes y en los antiguos profetas
sucedió que se alternaron así con frecuencia las emociones.
5. Por eso, cierta persona, mientras sentía a Dios presente decía:
“Yo afirmo, en medio de mi abundancia, jamás cambiaré” (Sal 30,7).
Ausente la gracia, añadió después lo que sentía, diciendo:
“Retiraste tu rostro de mí y me siento desorientado” (Sal 30,8).
Sin embargo, en medio de la confusión no se desespera
sino de inmediato ruega y dice:
“A ti llamo Señor y a ti mi Dios, suplico” (Sal 30,9).
Finalmente, su oración resulta fructífera
y puede atestiguar que ha sido escuchado, diciendo:
“Oyó el Señor y tuvo compasión de mi.
El Señor se ha hecho mi Favorecedor”. (Sal 30,11)
¿Pero de qué forma? “Transformaste mi sufrimiento
en gozo y me rodeaste de felicidad”(Sal 30,12)
Y si así sucedió con los grandes santos
no hay que desesperarse porque lo mismo pasará con nosotros,
enfermizos e indigentes
así estemos entusiasmados o desanimados,
porque el Espíritu de Dios viene o se va
según su libre voluntad.
Por eso el santo Job dijo: “Me visitas al nacer el día y de inmediato me pones a prueba” (Job 7,18)
6. ¿En quién puedes esperar o en quién vas a confiar
si no es únicamente en la gran misericordia de Dios
y en la sola esperanza en la gracia de su presencia?
Aunque esté rodeado de personas buenas,
o hermanos solícitos o fieles amigos,
o de libros que santifican, o bellos cantos e himnos religiosos
todo esto me sirve de poco y poco me enseña
cuando estoy vacío de la gracia
y abandonado a mi propia limitación.
Entonces no hay mejor remedio
que paciencia y apertura a la voluntad de Dios.
7. Jamás encontré a nadie tan religioso y dispuesto
que no padeciera de vez en cuando la ausencia de la gracia
y no sintiera que disminuía su entusiasmo.
Ningún santo fue elevado tan alto e iluminado
sin antes o después haber tenido tentaciones.
No merece participar de la sublime contemplación de Dios
quien no se ha ejercitado en alguna tribulación,
por Dios.
La tentación precedente
es clara señal de la satisfacción que vendrá.
A quienes pone a prueba la tentación
les está prometido el consuelo del Cielo.
“Al vencedor, le daré de comer
la fruta del árbol de la Vida”, dice el Señor (Ap 2,7).
8. También se da la consolación divina
para que la persona se vuelva más fuerte
y soporte las dificultades;
también llega la tentación
para que no se engría del bien que hace.
El demonio no se duerme, ni nuestra naturaleza está bajo control,
por eso no dejes de prepararte al combate
porque a tu derecha y a tu izquierda
tienes enemigos que nunca descansan.
Capitulo: X
AGRADECIMIENTO POR LA GRACIA DE DIOS
1. ¿Por qué buscas descanso
si has nacido para el trabajo?
Dispónte más bien para el sufrimiento
que para las satisfacciones
y a cargar con la cruz más que con la alegría.
¿Quién no acogería con gusto
la satisfacción y felicidad espiritual
si siempre pudiera tenerlas?
Porque las satisfacciones espirituales
exceden a todas las ventajas del mundo
y a los estímulos de la sensualidad.
Toda satisfacción deshonesta
esta vacía de contenido o es vergonzosa.
Las satisfacciones espirituales
de verdad son alegres y honestas
engendradas por las virtudes
e infundidas por Dios en los corazones limpios.
Pero estas consolaciones divinas
nadie puede gozarlas continuamente como quiere
porque el tiempo de la tentación nunca termina.
2. Mucho contraría la visita de Dios
la equivocada libertad de ánimo
y la exagerada confianza en uno mismo.
Dios nos hace bien otorgándonos la gracia de la consolación
pero la persona actúa mal
cuando no retribuye con agradecimiento profundo
los dones que recibe de Dios.
Y por eso fluyen poco en nosotros los dones de la gracia,
porque somos ingratos con el Autor
y no los atribuimos a la fuente original.
Siempre se favorece al que sabe agradecer
y se le sustrae al supervalorado lo que se acostumbra dar al humilde.
3. No deseo satisfacciones
que me quiten los deseos de conversión
ni quiero contemplación
que me conduzca a la soberbia.
No es santo todo lo sublime, ni bueno todo lo agradable,
ni puro todo lo deseado, ni todo lo querido es agradable a Dios.
Con gusto acepto las inspiraciones que me hagan
más humilde y respetuoso de Dios
y me preparen mejor para abandonar lo malo en mí.
El enseñado con el don de la gracia
y el erudito por el dolor de haberla perdido
ni se atreverá a atribuirse el menor bien
salvo el reconocimiento de su pobreza y desnudez.
Dale a Dios lo que es de Dios
y asígnate a ti lo que es tuyo
o sea que debes agradecer a Dios su gracia,
y atribuirte a ti sólo la culpa
y la justa tristeza que debes sentir por esa culpa.
4. Ubícate siempre al último y te darán el mejor lugar
porque no se obtiene lo máximo sin lo menor.
Los más grandes santos ante Dios
se sienten ínfimos ante sí mismos
y mientras más lo engrandecen
más pequeños se reconocen.
Llenos de la verdad y del resplandor del cielo
no codician alabanzas insustanciales.
En Dios cimentados y asegurados
de ningún modo se dejan elevar,
asignan a Dios todo lo bueno que tienen
y no buscan felicitarse unos a otros
sino procurar la alabanza que sólo a Dios pertenece
y desean homenajearlo a Él por encima de todos
con ellos mismos y con todos los santos
y siempre, es éste su único objetivo.
5. Sé agradecido por lo menor
y serás merecedor de recibir mucho más.
Considera en mucho lo poco que recibes
y lo más despreciable por un regalo muy especial.
Si te fijas en la calidad del Donante
nada de lo que te dé considerarás pequeño o sin valor.
No existe nada pequeño
cuando Dios mismo lo otorga.
Incluso si se recibe penas y castigos
debe agradecerse
porque siempre es para nuestra salvación
todo lo que permite que nos venga.
El que desea conservar la gracia de Dios
debe saber agradecer cada favor
y sufrir con paciencia cuando falta,
rece para que la gracia vuelva
y sea cuidadoso y humilde para no perderla.
Capítulo: XI
POCOS AMAN LA CRUZ DE CRISTO
1. Jesús tiene muchos amantes de su Reino
pero pocos que lo ayuden a llevar su cruz.
Muchos tienen que desean sus consuelos
pero pocos que aceptan las dificultades.
Encuentra múltiples compañeros de banquete
pero pocos para la austeridad.
Todos buscan gozar junto con Él
pero pocos quieren soportar algo por Él.
Muchos siguen a Jesús hasta repartir el pan
pero pocos para tomar la copa de su pasión.
Muchos quieren a Jesús
mientras no suceda nada adverso.
Muchos lo alaban y bendicen
mientras puedan recibir los consuelos que otorga.
Pero si Jesús se escondiera y los abandonara un poco
de inmediato se quejarían o caerían en la desesperación.
2.Quien ama a Jesús por Jesús mismo
y no por causa de sus propias conveniencias,
bendice a Jesús por igual en todo sufrimiento y angustia como en la más abundante consolación.
Y si Él no quisiera nunca favorecerlos
con el sentimiento de su Presencia
igualmente lo alabarían siempre
y siempre querrían agradecérselo.
¡De cuánto es capaz el amor puro a Jesús
sin mezcla de propia comodidad o egoísmo!
¿No tenemos derecho de llamar mercenarios
a quienes siempre buscan su recompensa?
¿No prueban que se aman a sí mismos más que a Cristo
quienes siempre están pensando en sus ventajas y provecho?
¿Donde se encontrará alguno
que quiera servir a Dios gratuitamente?
3. Es raro encontrar a alguien tan dedicado
que esté desasido de todas las cosas.
¿Quién podrá descubrir
al verdadero pobre por el Espíritu
que se haya liberado de todo lo creado?
Es tesoro incomparable y de tierras lejanas (Prov 31,10).
Si la persona entregara todas sus posesiones
todavía nada hizo
y si hiciera grandes penitencias
eso aún es poco
y si dominara todas las ciencias
todavía esta lejos
y si tuviera virtudes extraordinarias
y si ardiera con intensa devoción
todavía le falta mucho,
le falta lo que es más necesario.
¿Qué es esto?
Que abandone todas las cosas, se abandone a sí misma
y salga totalmente de todo su interés
y no retenga ningún amor propio.
Cuando hayas hecho todo lo que sabes hacer
y sientas que nada hiciste;
cuando no te consideres grande,
aunque otros así te puedan estimar,
sino que sinceramente te reconozcas
como un servidor inútil, como dice la verdad:
“Cuando lleven a cabo todo lo que les mandaron digan: somos servidores inútiles” (Lc 17,10)
entonces verdaderamente podrás ser pobre y desnudo por el Espíritu
y decir como el salmista “Porque solo y pobre soy” (Sal 25,16).
Ninguno es más rico, ni más poderoso , ni más libre
que quien sabe abandonarse a sí mismo
y todas las cosas,
y colocarse en el último lugar.
Capítulo: XII
EL GRAN CAMINO DE LA SANTA CRUZ
1. Muy dura parece esta frase:
“Niégate tú mismo carga con tu cruz [sic] y sigue a Jesús” (Lc 9,23)
pero más duro será oír esta frase final
“Aléjense de mí, malditos y vayan al fuego eterno” (Mt 25,41).
Quienes ahora escuchan con agrado y siguen la frase de la cruz
entonces no tendrán miedo de oír la eterna condena.
Este signo de la cruz estará en lo alto
cuando el Señor venga a juzgar Mt 24,30.[sic]
Entonces todos los servidores de la cruz
que conformaron su vida con el crucificado
llegarán hasta Cristo Juez con gran confianza.
2.¿Por qué, pues, tienes temor de cargar la cruz
por la que va el camino al Reino?
En la cruz está la salud, en la cruz está la vida,
en la cruz está el refugio contra los enemigos
en la cruz está la infusión de la superior suavidad
en la cruz está la fuerza de la mente
en la curz está el gozo en el Espíritu
en la cruz está la virtud
en la cruz está la perfección de la santidad.
No existe salvación ni esperanza de vida eterna
sino en la cruz.
Carga con tu cruz y sigue a Jesús;
así irás hacia la vida eterna.
Él fue delante, llevando su propia cruz
y murió por ti en la cruz
para que tú lleves tu propia cruz
y estés dispuesto a morir en ella.
Porque si mueres con Él
con Él igualmente vivirás
Y si eres su socio en la pena
también lo serás en el triunfo.
3. Mira que todo consiste en la cruz,
en morir todo termina,
y no existe otro camino a la vida y a la verdadera paz interior
que no sea el camino de la santa Cruz y continua mortificación.
Camina por donde quieras, dirígete a donde gustes
no encontrarás vía más elevada en lo alto, ni más segura en lo bajo
a no ser la vía de la santa Cruz.
Dispón y organiza todas las cosas según tu querer y parecer
y encontrarás que es inevitable sufrir de alguna manera,
libremente o a la fuerza,
y así siempre encontrarás la cruz.
Porque sentirás dolencias físicas
o soportarás dolores morales.
4. A veces te sentirás abandonado por Dios,
a veces te molestará el prójimo
y lo que es más serio, a veces serás pesado para ti mismo
y ni siquiera podrás encontrar alivio en un remedio o descansar
pero conviene que todo lo soportes hasta que Dios quiera.
Desea Dios que aprendas a padecer las dificultades,
sin consuelo inmediato
para que te sometas a Él íntegramente
y reconozcas tus limitaciones en la adversidad.
Nadie siente tan hondamente la pasión de Cristo
salvo quien sufre algo similar.
Pues la cruz siempre está preparada
y en cualquier lugar te espera.
No puedes escaparte, corras donde corras
porque a cualquier lugar que llegues,
te llevas a ti contigo
y siempre a ti mismo te encontrarás.
Dirígete al exterior, dirígete al interior
y en todas partes encontrarás la cruz;
y por tanto necesitas en todas partes tener paciencia
si deseas tener interna paz y merecer un premio eterno.
5. Si llevas la cruz con buen ánimo,
ella te llevará a ti y te conducirá al fin deseado
donde será el final del sufrimiento,
lo que aquí es imposible.
Si te llevas con desgano
se te hará más pesada y más difícil cada vez para ti
y sin embargo estás obligado a cargarla.
Si rechazas una cruz, sin la menor duda encontrarás otra
y quizás más pesada.
6. ¿Crees que puedes evadir
lo que no pudo ningún ser humano?
¿Qué santo pudo vivir en el mundo
sin cruz y sufrimientos?
Ni Jesucristo nuestro Señor
estuvo una sola hora, mientras vivió entre nosotros,
sin verdaderos padecimientos:
Convenía que Cristo padeciera
y resucitase de la muerte
para entrar de esa manera en su gloria (Lc 24,26).
¿Y de que manera tú buscas camino distinto
de este gran camino de la santa cruz?
7. Toda la vida de Cristo fue cruz y martirio.
¿Y tú esperas para ti descanso y gozo?
Te equivocas si buscas algo distinto de sufrir dificultades
porque toda esta vida mortal
y rodeada de cruces [sic].
Y mientras a mayor altura alguien progrese espiritualmente
más pesadas cruces con frecuencia encontrará
porque la tristeza de su destierro crece más por el amor.
8. Sin embargo, esta persona que ve multiplicadas
sus aflicciones
no queda sin el aliento de los consuelos
porque siente que crece gran fruto
por el hecho de llevar la cruz.
Pero cuando se somete a ella voluntariamente,
todo el peso de las dificultades
se convierte en confianza con el favor de Dios.
Y mientras más se domina la naturaleza,
más se robustece el espíritu por la gracia interior.
A veces el amor y conformidad con la cruz de Cristo
tanto reconfortan de los efectos del dolor
y la adversidad
que ya no quisiera pasarse sin sufrimientos y aflicciones
porque se está seguro de ser mejor acogido por Dios
en la medida que más abundantes y graves situaciones
se puedan sobrellevar por Él.
Esto no es energía humana sino gracia de Cristo
de forma que lo que naturalmente se aborrece y deshecha,
con esta fuerza de espíritu se alcanza y aprecia.
9. No es muy conforme con la naturaleza humana
llevar la cruz, amar la cruz,
dominar el propio cuerpo y someterlo bajo la razón
huir de los reconocimientos, soportar con ánimo las ofensas
no tenerse en mucho a sí mismo y desear que otros
eviten nuestra compañía,
y no desear la prosperidad que muchos buscan.
Si miras a ti mismo
verás que no eres capaz de realizar algo de esto.
Pero si confías en el Señor, te dará la fuerza superior
y hará que se te someta el mundo entero y tu naturaleza humana.
Ni tendrás temor del demonio que te pone a prueba
si estás armado con la fe y señalado con la cruz de Cristo.
10. Prepárate pues, como bueno y fiel servidor de Cristo
a llevar valerosamente la cruz de tu Señor
crucificado por amor a ti.
Alístate a soportar muchas adversidades
y diversas incomodidades en esta triste vida
porque, donde vayas Jesús estará contigo
y donde te escondas, a Él encontrarás.
Así conviene que sea y no hay otra solución que sufrirlos
para escapar de la angustia de los males.
Toma afectuosamente la copa del Señor
si quieres ser su amigo y deseas participar con Él.
Deja a Dios los consuelos,
para que los administre como mejor le parezca.
Tú, más bien prepárate a sufrir tribulaciones
y considéralas como grandes satisfacciones
porque no están en proporción
los padecimientos del tiempo presente
con el premio futuro (Rm 8,18)
aunque solo tú pudieras soportarlos todos.
11. Cuando llegues al extremo
de considerar la dificultad dulce y sabrosa por Cristo
piensa que entonces te va bien
por que encontraste el paraíso en la tierra.
Siempre que te parece muy pesado el padecimiento
y tratas de huir,
actúas indebidamente
porque la dificultad te seguirá donde vayas.
12. Si te dispones para hacer lo necesario
es decir, a padecer y a morir,
te irá mejor muy pronto y encontrarás la paz.
Y aunque fueses elevado hasta lo más alto, como el apóstol Pablo
no creas que con eso te has asegurado de no padecer nada después.
Jesús dijo: “Yo le voy a mostrar
cuánto tendrá que padecer por Mí” (Hch 9,16)
Tienes, pues, que padecer
si amas a Jesús y te agrada servirlo a Él siempre.
13. ¡Ojalá fueses merecedor de sufrir algo
por el nombre de Jesús!
¡Qué gran honor te resultaría!
¡Qué gran alegría para todos los santos de Dios!
¡Qué constructivo sería para quienes tienes cerca!
Todos recomiendan la paciencia
pero poquísimos están dispuestos a padecer.
Deberías sufrir un poco, de buena gana, por Cristo
ya que muchos sufren tan seriamente por intereses inmediatos.
14. Ten por seguro
que muriendo te conviene vivir.
Porque mientras más uno muere a sí mismo
más empieza su vida en Dios.
Nadie está apto para comprender
las verdades eternas
si no acepta sobrellevar por Cristo las adversidades.
No hay cosa más querida por Dios
ni más saludable para ti en esta vida
que padecer gustosamente por Cristo.
Y si tuvieras que elegir
deberías optar mejor sufrir por Cristo
que recrearte con muchas satisfacciones
porque quieres parecerte más a Cristo
y hacerte más semejante a los santos.
No consiste nuestro mérito
ni el provecho de nuestra situación
en muchas experiencias sensibles del favor de Dios
sino más bien en aceptar
pesadas responsabilidades y muchos sufrimientos.
15. Si existiera algo mejor y más útil
para la salvación de los hombres
que padecer,
necesariamente Cristo lo hubiera demostrado
con su enseñanza y ejemplo.
Pero claramente exhorta a los discípulos
y a todos los que después lo siguieron,
para que lleven la cruz diciendo:
“Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo,
cargue con su cruz y sígame” (Mt 16,24).
Así que después de leer y profundizar
en todo lo anterior
se llega a ésta conclusión final:
Conviene que entremos al reino de Dios a través de muchas dificultades (Hch 16,21).
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